La Unión Europea se prepara para presionar a Estados Unidos con la creación de un impuesto sobre los resultados de los bancos, con el objetivo de obtener fondos y prevenir futuras crisis financieras. La iniciativa será presentada en la próxima reunión del G-20 por Alemania, Francia e Inglaterra. Más allá de lo que ocurra en la cumbre, que comienza el próximo sábado en Canadá, el país galo anunció que comenzará a aplicar el gravamen a las entidades financieras a partir del próximo año. Por su parte, Barack Obama, presidente norteamericano, buscará que los países del Viejo Continente continúen con el plan de estímulo a sus economías hasta fin de año.
A través de un comunicado conjunto, Alemania, el Reino Unido y Francia señalaron que el impuesto que buscan crear tiene por objetivo “que los bancos hagan una contribución adecuada que se corresponda con los riesgos que plantean al sistema financiero y a la economía en general”. En otras palabras, la UE seguirá presionando para que haya cambios profundos en la regulación del sistema financiero internacional.
“Hay que dirigir los esfuerzos globales encaminados a introducir sistemas de tasas e impuestos sobre las instituciones financieras y a defender incluso la creación de un impuesto mundial sobre las transacciones bancarias”, manifestaron los países europeos. Por su parte, Francia adelantó que cuando presente su Presupuesto para el próximo año incluirá el gravamen para este sector, más allá de que la medida sea adoptada o no en el orden internacional.
Tanto Nicolas Sarkozy, presidente de Francia, como Angela Merkel, canciller de Alemania, enviaron una carta al primer ministro de Canadá, Stephen Harper, donde ratifican su voluntad de “garantizar una contribución equitativa e incitar a la prevención de los riesgos sistémicos”. El anfitrión de la cumbre del G-20, Canadá, y Australia se oponen a la tasa para los bancos, ya que sus sectores financieros no sufrieron riesgos a partir de la crisis iniciada en 2008.
A modo de previa de lo que será la cumbre de las principales veinte potencias del mundo, Obama y la canciller Merkel mantuvieron ayer una comunicación telefónica para intentar dirimir diferencias. La preocupación del mandatario norteamericano radica en que los países europeos quieran frenar sus planes de salvataje de la actividad económica y se concentren en los ajustes presupuestarios. De hecho, la política de recorte ya se está implementando tanto en Grecia –donde el FMI condicionó parte del salvataje financiero a ese ajuste– como en España.
Por otro lado, el temor alemán y de la UE radica en que ante los primeros signos positivos de una posible recuperación en Estados Unidos, se frene cualquier intento de regulación del sistema financiero.Una mirada no convencional al neoliberalismo y la globalización