Desde Europa, cada día son más los técnicos y dirigentes que observan a una España que se encuentra en situación dramática, sin recursos para atender los compromisos públicos, sin liquidez para pagar, pero también sin que el gobierno adopte las medidas necesarias para reactivar la economía y paliar el drama.
La esperanza de los europeos y de buena parte de los españoles se centra en que la ministra Nadia Calviño, la más sensata en el gobierno de Pedro y Pablo, imponga sus criterios y logre enderezar el rumbo hacia el colapso que mantiene la nave, donde todavía es posible la salvación si la crispación y el enfrentamiento se sustituyen por la unidad entre empresa, sindicatos, política y pueblo, y si se imponen la cooperación y la lucha común frente al terrible drama que nos amenaza.
Europa está sorprendida porque el gobierno sigue gastando y comprometiendo pagos sin que pueda cumplirlos. Sabe que el gobierno espera recaudar mucho dinero con su proyectada subida de impuestos, pero los técnicos europeos creen que por mucho que los suban la ruina económica impedirá cobrar y es probable que se recaude mucho menos que en los últimos ejercicios. Por el momento, España recibe fondos sin condiciones de Europa, pero los criterios de Holanda, Austria, Alemania y otros países, que exigen que el dinero se de con duras condiciones, se está abriendo paso y en la Comisión Europea se cree que España terminará por ser intervenida, si no corrige drásticamente su rumbo actual, dentro de pocos meses, antes de que termine este año.
Los 140.000 millones del rescate llegarán condicionados a que Europa tome el control y ponga fin a la locura. Las medidas que tendrán que imponerse serán dramáticas, con reducción de sueldos y pensiones incluidas, junto con un severo adelgazamiento del Estado, que es el más insostenible, gordo y seboso de toda Europa. La ministra Nadia Calviño lo sabe y no ha parado de advertir a sus colegas, pero ni Pedro Sánchez ni Pablo Iglesias ni otros ministros alucinados hacen caso.
España es el único país de la Unión Europea que no ha modificado su Presupuesto y que no ha introducido severas medidas de control de gasto y austeridad en la gestión pública. Por el contrario, España aprueba medidas, una tras otra, destinadas a ganar adhesiones y votos, sin importarle que puedan cumplirse o que conduzcan a la ruina del Estado.
La situación se complicará, según aseguran en los centros europeos de decisión, con un cisma interno que enfrentará a Podemos con el PSOE porque Podemos se negará a asumir los controles y frenos que impondrá Europa. La gran incógnita es saber qué hará Pedro Sánchez, si en el momento de la verdad se aliará con el Podemos enfurecido o aceptara otras alianzas más moderadas y civilizadas para gobernar.
Hay algunos expertos, los mas asustados en Bruselas, que creen que Pedro Sánchez podría alinearse con Podemos, lo que crearía un crisis de proporciones dantescas en España, que podría conducir hasta a una colisión grave de ruptura con Europa.
Muchos ciudadanos creen las promesas del "sanchismo" e ignoran verdades muy duras que les están siendo ocultadas, como que el sistema de pensiones colapsará en septiembre u octubre y que algunas comunidades autónomías entrarán en quiebra.
Todo este drama que se avecina, temerariamente ignorado por las izquierdas que apoyan al gobierno y parcialmente por una oposición acobardada, a la que le falta valor para asumir lo que se avecina y adoptar medidas duras por miedo a perder votos, viene acompañado de otras muchas desgracias y pequeñas tragedias que, unidas, conforman la "tormenta perfecta": caída dura del flujo turístico internacional, vital para la economía española, hundimiento del precio de las viviendas, de hasta el 40 por ciento, hundimiento también del consumo porque la gente, cada día más asustada, comprará poco, lo estrictamente necesario, dolor y rabia ante la muerte por negligencia de miles de ancianos abandonados en sus residencias y sin el tratamiento médico al que tenían derecho, y un ambiente grave de inseguridad en las calles, donde podrían producirse motines, manifestaciones muy violentas alentadas por la extrema izquierda, y saqueos. Si a todo este panorama de desolación y crisis se agrega el enfrentamiento entre derechas e izquierdas, alentado de manera suicida por el mismo gobierno y por la oposición, la insolidaridad creciente entre comunidades autónomas, el separatismo y la hiriente desigualdad, la tormenta puede convertirse en un ciclón devastador.
Francisco Rubiales