La Unión Europea prepara su propia regulación sobre los materiales con que se fabrican nuestros móviles: los minerales de conflicto. Minerales que juegan un papel importantísimo en el escenario al este de República Democrática del Congo (RDC). Las diferentes partes luchan por el control de las minas y las rutas de comercio de minerales, recursos que financian sus actividades.
Hace unos diez años, pasó a primer plano en el conflicto la explotación y el comercio de los recursos minerales. Las campañas de sensibilización y lobbying político se centraban en las atrocidades cometidas por los grupos armados y su financiación a través del comercio de minerales. Se destacó la relación directa entre nuestros smarthphones, los minerales necesarios para su producción y los graves abusos que sufría la población, de allí nació el termino: “ los smarthphones de sangre”
En Julio de 2010, el Congreso de los Estados Unidos decidió legislar sobre los minerales de conflicto mediante la “Section 1502” en el “Dodd-Frank Act”, tratando de impedir que la explotación y el comercio de los minerales continuara ayudando a financiar un conflicto. Pero no fue hasta finales de 2012 cuando se aprobó el reglamento, por la presión de los grupos empresariales en EEUU, contrarios a la regulación y que intentaron impedir su desarrollo.
En medio de la regulación, el sector de la minería en el este de la RDC se resentía. Las empresas dejaron de importar minerales de Congo por la reputación adquirida, así que la minera industrial dejaba paso a la artesanal, mucho más compleja por el esfuerzo físico que conlleva. El abandono de esta industria tuvo consecuencias en las condiciones socioeconómicas de la población local, cosa que empeoró la situación.
Ya han pasado casi cuatro años desde la aprobación de Dodd-Frank. En este periodo, muchas cosas han ocurrido mientras la violencia continúa en el este del país. Cabe destacar la implementación sobre el terreno de interesantes iniciativas nacionales, regionales e internacionales que tratan de romper las relaciones entre el comercio de minerales y la financiación del conflicto. El principal problema es que el gobierno de RDC parece tener poco voluntad de controlar el sector minero artesanal y además el Estado ni siquiera controla todo el territorio en el este del país, muchas zonas mineras permanecen bajo el control de grupos armados.
En el momento actual, la Unión Europea prepara su propia regulación sobre los minerales de conflicto. Este mes se conocerán importantes detalles acerca del proyecto legislativo, tales como si el ámbito de aplicación será solo en la República Democrática del Congo o también a otros países en conflicto, si los recursos sobre los que recaerá la regulación serán los minerales o también otros recursos naturales, si los requerimientos serán obligatorios o el tipo de empresas afectadas.
Los recursos minerales no son la causa del conflicto pero contribuyen a prolongarlo. Resulta difícil ser optimista. Sin embargo, hay motivos por los que alegrarse: importantes fabricantes de la industria electrónica se han lanzado al objetivo de conseguir una cadena de aprovisionamiento “libre de conflicto” para los minerales utilizados en la fabricación de sus productos sin necesariamente abandonar RDC. En enero Intel proclamaba públicamente que sus microprocesadores pasaban a ser conflict-free.
Nos mantenemos expectantes ante las decisiones políticas que se tomarán en Europa este mes, con la esperanza de que éstas contribuyan a mejorar las condiciones de vida y a acabar con el conflicto en la República Democrática del Congo.
MARIA GOBERN