Decenas de millares de vascos amedrentados por ETA durante décadas que votaban al PSOE y al PP se han pasado al nacionalismo radical de Bildu, heredero de los verdugos, y al no violento, pero también tribal, del PNV.
Gracias, Zapatero. Gracias, Pascual Sala, presidente del Constitucional y a los magistrados llamados progresistas del Tribunal, que legalizaron primero Sortu , luego a Bildu, sabiendo que son los camisas pardas contemporáneos, que gobiernan pequeños territorios donde es fácil marcar y controlar al disidente.
Y si antes estaban vigilados por el Estado, un poder mayor, ellos son ahora el Estado que vigila a todos. Antes los fichaba la policía nacional, y a veces la ertzaintza, ahora son ellos quienes fichan a los otros.
Ahí están, segregando u atemorizando a quienes no se expresen en euskera o no apoyen sus propuestas: tanto tiempo de dolor y casi un millar de asesinados para esto.
Hemos hecho bueno al nazismo, al verdadero nacional-socialismo que también ganó elecciones democráticas en una sociedad enferma, como la culta Alemania de los años 1930.
Hemos legalizado y entregado el poder a quienes señalaban las dianas: la vida de los vascos bajo el poder de los bárbaros del tiro en la sien.
Desamparados, los votantes del PSOE se han pasado a los victimarios. Así estarán más tranquilos.
Los del PP, se han ido al PNV, tras ver la tibieza de sus líderes regionales y la excarcelación de Bolinaga, el inhumano secuestrador de Ortega Lara, porque Rajoy continuó el apaciguamiento marcado por Zapatero, el suicidario del PSOE.
Valga este ripio para justificar el cambio de voto de los constitucionalistas: Tras sufrir traición, de perdidos, al río Nervión.
Euskadi no paga traidores, como dijo sobre Roma el cónsul Quinto Servilio Cepión a los soldados lusitanos de Viriato que lo mataron, Audax, Ditalcos y Minuros.
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SALAS