Mira que ya estvimos hace un año por allí, pero las fotos se me quedaron en el olvido y la entrada pendiente. En estos días navideños de quedar con amigos, tomarse unas cañas y charlar de la vida, recordamos este bar especial y único y nos acercamos de nuevo a degustr su magnífica cocina en miniatura.
La cerveza, una suave Brabante y los pinchos, pues qué decir: de escándalo por lo ricos, originales y extravagantes (lo digo en el mejor sentido de la palabra, para aludir a lo diferente de la propuesta).
Este lugar, de "Alta cocina en miniatura" como ellos lo definen, se encuentra en la calle Pradillo, 4. No tenéis más que daros una vuelta por su web (pincha aquí) para haceros una idea, pero lo ideal es probar "in person" sus atrevidas y singulares propuestas. No os arrepentiréis!!
Flor de colín y salami como aperitivo
Lo primero que pedimos fue su famoso Tigretostón , un tigretón salado elaborado con morcilla, queso crema y tostón. El original procede del bar Los Zagales, de Valladolid y ganó el premio en 2010 al mejor Pincho Nacional. Una delicia que ofrece Carlos para no tener que desplazarse hasta la ciudad castellana.
Hay para todos!!
La primera vez que estuvimos nos ofrecieron fuera de carta un Ceviche de lubina que estaba para tirar cohetes...
Otro pincho que no debéis dejar pasar es el Bocadillo de calamares. Una barrita de pan de color negro por la tinta, unos tallarines de calamar y ali-oli de pera. Oh my god!!
También probamos la Lámpara de Aladino, un cus-cus de pato con aroma y sabor a té moruno prresentado de forma impactante:
Para terminar, dimos buena cuenta al Spring Bull, un rollito de primavera relleno de rabo de toro simplemente fabuloso:
Nos lo sirvieron como si de comida china "take away" al uso se tratara, en su bolsa de plástico cerradita con un nudo que contenía la salsa agridulce para mojar...
Este es sólo un paseillo por su carta. Nos han quedado un montón de pinchos, novatos, XL y veteranos por probar, así que: volveremos!!!