Me permito sumar un aporte personal en el tema de debate por una ley de despenalización del aborto. Mi experiencia se basa en el ejercicio de la medicina desde hace 40 años, y en los años transcurridos como padre de familia y habitante de este querido país.
Son cinco puntos sencillos como lo son las cosas verdaderas:
1) Nadie puede negar actualmente la evidencia científica-confirmada en nuestro país en 2010 y en 2018 -por la Academia Nacional de Medicina- de que una vez constituido el producto de la concepción y en adelante, el mismo es un ser humano, con carga genética propia y distinta a la de sus progenitores, el cual si no muere pasará sucesivamente diferentes edades, con distintas capacidades y denominaciones, hasta su ancianidad.
2) El aborto provocado significa matar a ese ser humano, que además es hijo (deseado o no) de la madre que lo alberga.
3) No hay ninguna razón para matar a ser humano alguno, y en el caso particular del médico se acentúa la obligación universal de procurar salvar a toda vida, sin lugar para discriminaciones de ningún tipo (por ideología, raza, religión, salud, edad, conducta, o por ascendencia -vgr. ser hijo de un violador).
4) Es sabido que en algunas situaciones la prosecución de un embarazo no deseado puede ser una pesadísima carga, y que situaciones de soledad, pobreza, enfermedad, o violencia sexual, son particularmente dolorosas y difíciles. Pero esto también sucede en las mismas situaciones mencionadas, cuando la carga es criar niños o cuidar, mantener y atender a hijos, esposos, hermanos o padres ancianos o enfermos. En ningún caso, la solución que podemos ofrecer será la de eliminar a nadie. El desafío para una sociedad que privilegie seriamente los derechos humanos es comenzar por garantizar el primero que es el derecho a vivir; prevenir todo lo prevenible, y ayudar a las personas que deben sufrir estas pruebas, con todas las medidas de apoyo social, desde las personas, instituciones y el Estado, cuando fuera necesario.
5) En el caso de enfermedades graves de la madre, es absolutamente lícito tratar a la madre según lo indique la medicina, aun a sabiendas de que como consecuencia pudiera resultar la muerte del embrión o feto, hecho que sólo es tolerado, procurando en lo posible salvar la dos vidas.
Estimado señor, hay muchas otras razones que van desde la falaz manipulación de las cifras de abortos provocados y su mortalidad (reconocida en nuestro país, EE.UU. y otros), hasta las graves consecuencias psíquicas y físicas que provoca en las madres, la casi totalidad de niños asesinados antes de nacer por Síndrome de Down u otras enfermedades en algunos Estados, y la insolvencia del sistema de salud para atender un problema que no es de salud (el embarazo no es enfermedad), y el consecuente descuido de problemas graves que sí son de salud, como el seguimiento médico de los embarazos y la prevención y tratamiento precoz de la desnutrición infantil.
Si usted observa podrá ver la paradoja de que desde los grupos que dicen defender a las mujeres, la única solución que les ofrecen en embarazos no deseados es la de abortar. Ninguna ayuda les darán si deciden continuar con su embarazo; en el fondo no les importa, es un tema de ideologismo. Otra paradoja es que los mismos grupos que exageran las cifras de mortalidad por aborto provocado “clandestino”, instruyen por Internet o personalmente a las adolescentes para que se autoadministren la droga Misoprostol (que está prohibida por sus efectos colaterales en algunos países), o sea que las inducen a realizar el temido aborto clandestino. Otra vez está caro que las mujeres no les importan.
Finalmente, verá que los terroristas de cualquier signo suelen ser partidarios del aborto. De igual modo que la gente que se dedica al negocio y trata sexual, son declarados promotores de la legalización del aborto. Es sabido por ejemplo que en EE.UU. el fundador de la revista Play Boy se jactó -años después del fraguado caso “Roe vs. Wade” que abrió el camino para la legalización-, de haber contribuido como “amicus curiae” y económicamente para llegar a ese resultado. La Sra. Roe (Norma McCorvey) antes de morir reconoció que había mentido al afirmar su violación, y que su colaboración con la causa del aborto había sido el peor error de su vida.
Se trata de la Cultura del Amor contra la Cultura de la Muerte. Aunque las razones humanas son más que suficientes, al igual que la casi absoluta totalidad de los habitantes de la Argentina, creemos en Dios. Él es el Único Dueño de la Vida y de la Muerte, y a Él le pedimos particularmente por usted para que lo ilumine, lo acompañe y ayude en su persona y familia, y en esta decisiva intervención responsable como legislador a favor de la Vida. Lo saludo atentamente.
(*) Especialista Universitario en Neurología Clínica - MN 66322.
Fuente: ellitoral.com