En la inmensa mayoría de la realidad cotidiana lo que hay son carteles publicitarios de entidades que no se pueden pagar anuncios en medios de comunicación o no quieren. Y también en la inmensa mayoría de los casos no pasa nada. Pero sí pasa si alguien los retira por su cuenta y riesgo.
Comentaba un tertuliano en Radio Nacional: “cualquiera que hemos puesto algún cartel en algún momento, como en las campañas electorales, nos molesta bastante que alguien lo arranque o retire, es evidente…” Le contestaba una tertuliana diciendo “pero eso lo hacíamos cuando no había democracia o en la transición, con la democracia no se hace”. O sea que esta bendita señora puso un cartel en una pared en los años 70, hace cuatro décadas, y no ha vuelto a poner un cartel en la calle en su vida. Y considera ofensivo o al menos incorrecto que alguien lo ponga.
Aquí está parte de la explicación sociológica del escándalosurgido con los lazos amarillos: la mayoría de la población española no ha puesto un cartel social o político en un espacio público en su vida. Ni un cartel ni una pegatina ni nada de nada. Por dios eso es cosa de gente metida en política o perroflautas… La “gente de bien” no hacemos esas cosas. También sabemos que el carácter ofensivo o no de un mensaje es subjetivo y variable. Por citar un ejemplo: recientemente en el municipio donde vivo se han puesto carteles con un toro ensangrentado junto a un torero y el mensaje “¿Es esta la fiesta que quieres?” solo decía esto, junto al anuncio de una cita, sin más explicaciones y el firmante (Villalba sin sangre). Algo simple y casi neutro, con pregunta socrática. Pues causó “indignación” entre los taurinos y algunos carteles aparecieron rotos o arrancados. Paralelamente en los mismos días decenas de grandes carteles anunciaban las corridas y los festejos taurinos, dentro de las oficiales fiestas patronales. Incluso en sitios prohibidos por la normativa. Pero al parecer estos otros carteles no debían de ofender a nadie. Por lo tanto, aparentemente para mucha gente es ofensivo que se coloque cualquier mensaje en un espacio público. Pero en la práctica depende de quien lo pone y del mensaje. Del significado o del significante que se le asigne.A pesar de lo que dijo un dirigente del actual Gobierno (tanto derecho hay a poner lazos como a quitarlos), es evidente que, al romper o retirar un cartel o un lazo, el que está actuando violentamente es el que destroza la obra de otros, no el que lo ha puesto. Se puede considerar que literalmente “se está tomando la justicia por su mano”. Ya que el único que puede retirar algo colocado en el espacio público es el que legalmente tiene encomendada su conservación: el Ayuntamiento, prácticamente en la mayoría de los casos (sobre el vallado, cerramientos, mobiliarios urbanos, muros, playas y caminos públicos, etc.). Y otras instituciones o el dueño de un edificio privado, si es en su fachada o propiedad. El vecino que se siente molesto por lo que han colocado otros, lo único que puede hacer es avisar al Ayto. o poner una denuncia judicial para que se retire. Y si ese vecino vive en un municipio donde la mayoría ha votado, por ejemplo, una Corporación independentista, pues seguramente tendrá que aguantar los lazos amarillos u otras simbologías.
C’s no lo ha denunciado su instalación a los tribunales, seguramente porque sabe que lo perdería. Después de meses pensándolo… lo ha comunicado a un Defensor del Pueblo, pero han emitido diferentes recomendaciones el de España (Madrid) y el de Barcelona. Un apunte: recordar que los lazos amarillos no son para reivindicar la independencia, ni solo de “independentistas”. Son para denunciar el encarcelamiento de políticos catalanes, sin juicio ni razón de orden público que lo sustente. Sin razón moral ni política. Algo que considera injusto la mayoría de la población que vive en Catalunya. En el caso de los lazos amarillos no se puede considerar nunca que el “lenguaje” o el mensaje sea ofensivo o insultante.
La mayoría silenciosa en parte se identifica con aquello de que la gente “de bien” no quiere entrar en una guerra de banderas ni de símbolos. Es auto-apolíticapero le molesta la política de denuncia: si no fuera así no le molestarían los lazos amarillos. Realmente no es apolítica: es antipolítica solo contra lo que consideran antiespañol, o es simplemente de derechas.
Los lazos amarillos molestan, pero en muchos rastros, rastrillos y mercados municipales se instala algún puesto con banderas franquistas, de la Falange, incluso venden libremente insignias, escudos nazis y retratos de Franco, Mussolini, Hitler, etc. esto ¿molesta? Los Ayuntamientos que lo permiten ¿tienen algo que decir?
Grandes pancartas de “refugies well come”, banderas arcoíris, etc. colocadas en las fachadas de ayuntamientos… a unos les molestan a otros les parecen estupendas y necesarias. En conclusión. Es comprensible que a mucha gente en Catalunya le moleste tanto lazo amarillo por todos lados y tanta bandera independentista. Tienen la vía de la protesta y la de la denuncia judicial. A otros nos molestan otras cosas. Algunas de las citadas y especialmente que se mantenga en prisión a gente sin juicio, por defender unas ideas.(esta entrada es una versión ampliada de la publicada en: https://blogs.publico.es/dominiopublico/26368/evidente-no-es-lo-mismo-poner-lazos-que-quitarlos/)