Justicia acoge una querella contra Juan Emilio Cheyre
LA FRASE
Él (Cheyre) venía supuestamente con una orden de la Fiscalía Militar y se identificó con su cargo de teniente
La familia de las hermanas Natacha, Yelena y Marianela Monroy Rodríguez presentó el pasado 10 de septiembre la querella en la que se acusa a Cheyre de haber dirigido en octubre de 1973 el allanamiento de su casa y la detención de su madre Elena Rodríguez, militante socialista, y las tres niñas, en ese entonces de uno, tres y doce años de edad. El ministro en visita de la Corte de Apelaciones de La Serena, Jaime Franco, acogió a trámite la querella en contra de Cheyre y ya habría dado las órdenes para que se les tome una declaración a los denunciantes y se realicen peritajes psicológicos. Cheyre fue comandante en jefe del Ejército chileno entre 2002 y 2006, durante el gobierno de Ricardo Lagos, y desde el cargo hizo un mea culpa en nombre de la institución por las violaciones a los derechos humanos cometidas durante el régimen militar. El pasado enero asumió la presidencia del Servicio Electoral (SERVEL), pero tuvo que renunciar en agosto, aunque no al directorio del organismo, al reflotar las acusaciones que lo vinculan a otro controvertido hecho ocurrido también en La Serena. En aquella época, Cheyre entregó en un convento a Ernesto Lejderman, que tenía dos años, después de que un pelotón de soldados asesinara a los padres del niño, el argentino Bernardo Lejderman y la mexicana María Rosario Ávalos. Cheyre ya dijo en su momento que se limitó a entregar el bebé a las monjas por orden superior y que hasta 1998 no supo la verdad de lo ocurrido. RELATO. En entrevista con diario El Día, Natacha, Marianela y Yelena Monroy Rodríguez recordaron que eran menores de edad cuando el 6 de octubre de 1973, una patrulla militar llegó a su casa para buscar a su madre, Elena Rodríguez, por sus vínculos con el socialismo. Otra de las hermanas y que no fue parte de la denuncia, Mónica Monroy Rodríguez (51) recuerda que la patrulla militar se presentó en su casa alrededor de las once de la mañana. “La patrulla militar irrumpió en la casa violentamente, rompiendo la puerta con un culatazo y gritando con insultos y garabatos que buscaban a mi mamá”. “Nosotros pensábamos que nos iban a matar porque siempre estaban apuntándonos con la metralleta contra la muralla”, relata. Todos los hechos serán a partir de ahora materia de una investigación.