Exámenes

Publicado el 20 enero 2010 por Jaime

La época de exámenes es uno de los periodos más delicados para los estudiantes. Bueno, va, es el único periodo delicado para los estudiantes. Pero se pasa mal, os lo aseguro.

La época de exámenes es el último rastro de la inquisición que permanece en nuestros días, convertida en una discreta pero efectiva tortura psicológica. Cuando estás de exámenes, la gente no lo entiende. Siguen con sus vidas, pasean por la calle, son felices. Y te restriegan toda esa felicidad, todo ese tiempo libre.

Y es que cuando estás de exámenes no tienes tiempo libre. Cuando estudias, te aburres; y cuando haces otra cosa que no es estudiar no lo disfrutas porque no paras de pensar que deberías estar releyendo los temas. Te obsesionas y te sientes culpable.

Los seres humanos estudiantes hemos desarrollado algunas tácticas para evitar este sentimiento de culpa. Una de ellas es el estudio por ósmosis. Básicamente trata de que en el mes que duran los exámenes, paseamos los apuntes de un lado a otro. Nuestros libros ven más mundo que los corresponsales de TVE. Si sales a comprar el pan, te llevas los apuntes. Si vas al centro a por una camiseta, te llevas los apuntes. Si vas a fotocopiar apuntes... bueno, la idea se entiende. Todos pensamos "bueno, yo me los llevo y ya voy repasando por el camino". Pero es mentira. En toda la historia de la educación mundial, jamás nadie ha repasado por el camino.

Y siempre llega el momento de pánico: pocos días antes del examen, miras lo que te has estudiado y piensas: "Santo cielo, no me sé nada. Si es que ya me vale, tendría que haber empezado a estudiar antes. Si cada día me mirase los temas un poquillo, ahora apenas tendría nada que hacer. El próximo cuatrimestre lo hago sin falta, voy a estudiar desde el primer día". Y esta es la segunda mentira de la época de exámenes.

Y es que cuando tienes que estudiar, descubres lo interesante que es todo. Tu habitación se vuelve fascinante, te entran ganas de hacer la cama, de ordenar papeles, de leer los libros que te regalaron el año pasado y miraste con cara de asco. Todo es divertidísimo de repente, hasta los clips, o despeinarte y mirarte al espejo. Se te ocurren montones de buenas ideas que harías si no tuvieses que estudiar.

Lo curioso es que llegan los exámenes, los haces y después no tienes ganas de nada de eso. Cansancio psicológico, supongo.

Quién esté libre de pecado, que tire la primera piedra.

Desde| Gambutzi

imagen| mundociencias



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