EXE ZARZUELA PARK (***)
Darío Aparicio 32
28023 Madrid
Habitación: 235
Fecha de entrada: 10/05/2022
Tarifa: 95€ (AD)
En las afueras de la ciudad, entre la M30 y la M40 y rodeado de los pequeños chalets de lujo de la urbanización Valdemarín, entre calles amplias pero de firme mal cuidado encontramos una enorme finca totalmente vallada que acoge este hotel repartido en tres edificios de tres alturas, en ladrillo caravista y aluminio blanco en unas ventanas de cierto aire inglés. En el tejado, enormes letras blancas indican la presencia del establecimiento. En uno de los extremos del edificio, bajo una estructura de hormigón blanco con algo de vegetación encontramos la entrada a la recepción. Tenemos que pasar dos puertas correderas de cristal para entrar en un espacio algo pequeño e incómodo. Techo bajo, demasiadas columnas. Suelo de mármol a rombos blancos y marrones. Hacia la derecha se abre una zona con sofás para la espera pero que está demasiado oscura. A la izquierda, casi oculto por las columnas está el largo mostrador de recepción, en madera, también oculto por algunas plantas grandes y un display con folletos de servicios turísticos. Suelo de mármol a rombos blancos y marrones. Aunque hay dos puntos de trabajo con sendos ordenadores, ambos protegidos por potentes metacrilatos que impiden oír bien. Sobre la mesa que hay tras el mostrador hay demasiados papeles, carpetas y cierto caos. En la pared del fondo, ventanas a la calle protegidas por unos estores de tela blancos. Nos atiende una joven con más celeridad que simpatía. Basta con decirle el DNI y termina de hacernos el registro en cuestión de segundos. Nos cobra la estancia, nos entrega la factura y nos indica los horarios del desayuno así como la clave del wifi que es gratuito y funciona bien en todo el hotel. Volvemos sobre nuestros pasos y junto a una mesa de centro de cristal y una ostentosa y ruidosa máquina de vending encontramos un estrecho pasillo de paredes blancas y luz fría que nos lleva hasta el ascensor, las escaleras y los accesos a otros edificios y al jardín.El ascensor, de puertas metálicas automáticas resulta pequeñísimo. Apenas para una persona con su equipaje. Paredes de metal salvo la del fondo que es de espejo. Botonadura metálica y algunos carteles sobre el cuidado ante el Covid que se presta en el hotel. Las puertas se abren ruidosamente a otro pasillo igualmente estrecho, muy iluminado con luz fría, suelo de mármol y paredes en blanco por el que corren las habitaciones.Tras la puerta, paredes pintadas en color amarillento. Suelo de madera en tono gris con lamas cortas mal rematadas, con demasiados espacios en las juntas entre tablas. En algunas partes (junto a las ventanas) se ha acartonado por la humedad. Un pequeño pasillo, con techo recubierto de madera, y un punto de luz en el centro, acoge, antes de llegar al dormitorio, junto a la puerta, y antes de la ranura de la luz y de un interruptor blanco, la caja de registro e instalaciones que vibra suavemente durante toda la estancia produciendo un cierto ruido molesto. A la derecha encontramos la puerta del baño, también de madera con un pomo metálico mate. Enfrente, tras sendas puertas correderas encontramos un estrecho armario con baldas en un lado y un colgador con media docena de perchas antirrobo en el otro. Es tan estrecho que las perchas hay que colgarlas en sentido apaisado.
El descanso es simplemente justo. La luz se cuela por las cortinas y aunque la zona es tranquila, el mal estado de la carpintería exterior de aluminio hace que se escuchen los autobuses que pasan por la zona por la mañana. Igualmente la insonorización interior es mejorable.
La puerta del baño nos introduce en un espacio generoso. Porcelana en suelo y paredes con una greca a media altura de aire arabizante. A la izquierda una larga y estrecha encima de cristal que termina en el lavabo con un grifo monomando del que sale poco caudal de agua a demasiada presión. Junto al lavabo dos vasos de cristal, un paquete de pañuelos de celulosa y un gorro de ducha. Cuelgan de la pared sendos botes negros con jabón y crema de manos, un toallero con dos toallas de manos blancas de correcta felpa, un secador de escasa potencia ubicado junto a dos enchufes, un gran espejo centrado con el lavabo y otro direccionable de aumento. Debajo, una papelera metálica.
A la derecha de la puerta queda el inodoro con la cisterna incrustada en la pared y con un pulsador metálico y el bidet con tapa. Entre medio un portarollos metálico, otro de recambio y otra cajita metálica dispensadora de bolsitas higiénicas. Al fondo hay una bañera protegida por una mampara algo destrozada por la humedad en su junta. Colgando de un toallero que está literalmente arrancado de la pared encontramos dos enormes toallas de baño que con el pide de ducha con el logo de la cadena completan el juego de lencería: blanco, y mullido. En el interior de la bañera anclados a la pared tres botes dispensadores de gel, champú y acondicionador. La ducha se remata con un grifo de teléfono de escaso caudal. .
Por la mañana, en una sala con vistas al jardín y una televisión escupiendo noticias se sirve un desayuno buffet. Café algo mejorable servido desde una ruidosa máquina. Zumo natural de naranja y artificial de otros sabores. Embutidos y quesos, tortillas francesas, bacón y salchichas, fruta cortada, distintos panes y bollería, con foco especial en magdalenas y muffins. Después, una fría despedida en el mostrador de recepción mientras nos entregan la factura.
Calidad/precio: 7
Servicio: 7Ambiente: 7
Habitación: 7
Baño: 7
Estado de conservación: 6.5
Desayuno: 7
Valoración General: 7