La dinámica fue sencilla pero precisa, en el pasillo principal de la facultad se colocó un pizarrón en donde se pedía a las alumnas escribir el nombre de algún profesor que en alguna ocasión las haya acosado o las haya violentado de alguna manera. De inmediato comenzaron a escribirse varios nombre y se recalcó quiénes de esto eran los que mayor incidencia mostraban en cuanto al número de alumnas agredidas.
Muchas de las alumnas lamentaron que, a pesar de que se tiene conocimiento de estos hechos, las autoridades universitarias se han mostrado omisas y se han negado a actuar, a lo mucho proceden sanciones administrativas, las cuales, no conducen a nada y permiten que este tipo de prácticas continúen en aumento.