Exhibiciones de privacidad hoy, arrepentimientos del mañana

Publicado el 06 abril 2014 por Azneneita @jav_atienza


  ILUSTRACIÓN: MARTA BALLESTER
Los ciudadanos tenemos que entender ya, de una vez por todas, que los responsables de nuestra privacidad en internet somos nosotros, y que no podemos ni debemos delegar en manos de las grandes corporaciones que nos ofrecen sus servicios este bien tan preciado para nuestra libertad. Durante mucho tiempo se ha hablado de binomio libertad versus seguridad, lo que en internet se ha cambiado por libertad vs privacidad.
Facebook, Google, Twitter, Amazon, Apple, Yahoo, etc. no nos prestan sus servicios gratuitos a cambio de nada. Si no pagamos con dinero lo hacemos con datos, no hay otra alternativa. Lo malo es que la falta de cultura digital hace que muchas personas no se pregunten siquiera por qué Gmail o Youtube, por citar dos ejemplos, son gratis, esto se solucionará con el tiempo, pero de una forma muy lenta. Muchas personas, cuando se quieran reaccionar y acotar su privacidad ya será tarde. Habrá demasiados datos en la red que se subieron sin saber qué se hacía o que repercusiones podían tener. En este sentido, las exhibiciones de privacidad de hoy van a ser grandes arrepentimientos mañana.
Por otra parte, estaría bien tener altura de miras y formar a nuestros jóvenes en cultura digital, y ya que el ministro Wert está de cambios a todas las horas, pues yo le recomiendo que la ponga en la ESO como asignatura para que nuestros adolescentes sean cultos en la nueva sociedad de la Información y el Conocimiento.
Estas empresas que ganan miles de millones de dólares lo hacen por medio de dos fuentes: vía publicidad y venta de sus servicios, y por medio de la venta de metadatos, grandes cantidades de información que debidamente procesadas son el combustible de la sociedad digital, como explica Stephen Baker en su libro Los Numerati.
Tal es la amenaza de nuestra intimidad en la red que el SXSW Interactivo 2014 (www.sxsw.com/interactive), un festival multidisciplinar de tecnología, música y cine celebrado el mes pasado en Austín, Texas, la privacidad y seguridad digital recibieron “honor especial”.
 En este encuentro, Edward Snowden, pidió a los asistentes “trabajar todos juntos para lograr que la privacidad sea la norma y no la excepción”. Y es que precisamente desde que este excontratista la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) filtró miles de documentos secretos que destaparon, entre otras cosas, la existencia de PRISM, un programa de vigilancia a través del que empresas como Google, Microsoft o Facebook compartieron información de sus usuarios con agencias de inteligencia de EE.UU., los usuarios han empezado a ser conscientes de que están en una sociedad vigilada y que todos sus datos no son lo privados que pensaban. ¡Qué ingenuo el que creyera lo contrario!
Por su parte, la profesora de la Universidad de Stanford Monica Lam, explicó en este mismo congreso que “la compra de Whatsapp por Facebook ha generado desconfianza” lo que explica que el fin de semana justo después del anuncio hubiese ocho millones de descargas de la aplicación de chateo Telegram.
Puesto que compartir datos forma parte de la privacidad, los ciudadanos no deberíamos de tener que renunciar al control sobre ellos para compartirlos, ya que se trata de un derecho fundamental, pero la realidad es que internet es ahora mismo un lugar donde los datos están siendo usados con fines comerciales, de control por parte de los gobiernos y por campañas de espionaje gubernamental que no han sido, ni serán, aclaradas.
¿Qué podemos hacer? En primer lugar saber manejar los medios sociales que usemos y la gestión de la privacidad. Por ejemplo, no tener un perfil abierto en Facebook o no usar Twitter si no se conoce bien esta red. Ser muy prudentes con los comentarios sobre nuestra vida privada y las fotos que se comparten, no pulsar en enlaces que nos puedan llevar a otras redes o foros que no nos interesen, asegurarnos de en qué sitios nos damos de alta y qué datos cedemos, especialmente importante en las aplicaciones móviles, usar una cuenta de correo diferente a la habitual para darse de alta en sitios que no son de mi total confianza. Y el sentido común, pero por aquí igual vamos mal visto lo visto.