Revista Opinión

Existe fascismo en Cataluña y el gobierno de Sánchez lo tolera y protege

Publicado el 08 diciembre 2021 por Franky
El fascismo en Cataluña es real. Los adversarios del nacionalismos son señalados y perseguidos de manera parecida a como comenzaron en la Alemania nazi el acoso a los judíos. Los fascistas son, precisamente los nacionalistas extremos, los que quieren la independencia, los que no soportan la realidad de que la mayoría de los catalanes sigan utilizado el idioma español y queriendo ser españoles. Casi todos ellos están dentro de los partidos nacionalistas o pertenecen a organizaciones próximas al gobierno catalán. Los que aman a España se sienten abandonados y traicionados. La Generalidad los señala, acosa y maltrata y el gobierno de Pedro Sánchez, incumpliendo la Constitución, no los defiende y los deja en manos del creciente y brutal fascismo catalán. El caso del niño acosado y maltratado porque su familia quiere que reciba el 25 por ciento de su enseñanza en idioma español está abriendo los ojos en toda España sobre la suciedad reinante en Cataluña, donde el fascismo anida en el gobierno y en parte de la sociedad. sin que el gobierno de España haga nada por proteger los derechos violados de los que aman a España. El maltrato a los catalanes que quieren ser españoles es una de las suciedades más rastreras y vergonzantes de la España actual y una de las violaciones más graves y sangrantes de los derechos humanos en toda Europa. —- Existe fascismo en Cataluña y el gobierno de Sánchez lo tolera y protege No se puede dudar que el gobierno de Pedro Sánchez es cómplice de ese fascismo catalán que avanza, atiborrado de odio y camuflado de simple nacionalismo. Lo que impera en el gobierno y en la sociedad catalana ya no es nacionalismo sino una acumulación de odio y rechazo a España y a todo lo que huela a español que se llama fascismo.

El jefe de los agentes de los Mossos separatistas, Albert Donaire, indica el camino para evitar que las familias pidan la aplicación de la sentencia del Tribunal Supremo, que indica que se debe impartir un 25% de las horas lectivas en español. Lo ha hecho a raíz de la petición de una familia de Canet de Mar y esta es su propuesta: "Este niño se tiene que encontrar absolutamente solo en clase. En las horas que se hacen en castellano, los otros niños deberían salir de clase. Reaccionamos o nos matan la lengua".

Este policía, que sólo destaca por su profesión y por su furia fascista, no sólo sigue en activo sino que goza de la protección de la consejería de Interior y de sus mandos, con Josep Lluís Trapero al frente. El aprendiz de nazi también pide que los colegios desobedezcan la resolución del Tribunal Supremo y se hace eco de mensajes partidarios de la violencia contra quienes reclaman que se respeten sus derechos y los derechos lingüísticos de sus hijos. Así, retuitea textos de este tenor: "Si algún día vienen a mi escuela a imponer el castellano porque una p... familia lo pide, os juro que hago algo gordo".

Cataluña está infectada de odio y los que tienen el deber de defender los derechos fundamentales se ponen de perfil y cierran los ojos. El gobierno de Sánchez no ha dicho nada en favor del niño acosado y maltratado y el socialismo catalán (PSC) guarda un silencio tan cobarde como cómplice.

El conocido "cómico" del sistema mediático separatista, Jair Domínguez, aboga por algo tan nazi como la creación de un gueto escolar: "Sería bueno poner a todos los hijos de las familias que denuncian juntos en la misma clase. Full 100% horas en castellano. Bonito conjunto de premios Nobel saldría de ahí".

Los ojos de los españoles indignados se vuelven hacia Pedro Sánchez y se preguntan hasta donde es capaz de aguantar el presidente las violaciones de la Constitución que tan hipócritamente defiende sólo porque los violadores, rebosantes de odio y rencor, son sus aliados y le prestan sus votos para gobernar.

Los niveles de vileza crecen al unísono en la Cataluña nazi y en el gobierno cobarde y cómplice de España, que está obligado a defender los derechos que son violados en tierras catalanas.

Esa mitad larga de catalanes que se sienten españoles y hablan español son cada día más rehenes de los fascistas catalanistas, donde el odio une a los golpistas, los independentistas y a los psicópatas hijos del odio y el rencor, un conjunto nauseabundo que España debería extirpar aplicando la ley, como por ejemplo un 155 en la educación para garantizar que en las escuelas y universidades catalanas los que aman a España no sean vejados y moralmente aplastados.

Los españoles que viven acosados en Cataluña se sienten abandonados por el gobierno de Sánchez, al que acusan de aceptar la ignominia y el fascismo activo a cambio de los votos que necesita para permanecer en la Moncloa. Sánchez ni siquiera obliga a sus socios catalanes, como es su deber, que cumplan la sentencia del Supremo que obliga a impartir el 25 por ciento de las clases en español.

Todo un festival de vileza con dos epicentros: el palacio de la Generalidad, en Barcelona, y la Moncloa, en Madrid.

Francisco Rubiales


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