Actualmente, los nombres de los infieles acaparan las primeras planas: Jesse James, Tiger Woods, Mel Gibson y Charlie Sheen. Esos son solo los famosos. De acuerdo con las estadísticas que elijas creer, ya que la infidelidad, como es una actividad clandestina, es difícil de comprobar, entre un 12 y un 40 por ciento de los hombres engañan a sus parejas. La pregunta del millón para las mujeres: ¿qué los lleva a ser infieles? ¿Lo hacen por falta de amor, de respeto, de vergüenza o, simplemente, se trata de una condición de su sexo? ¿"VÍCTIMAS" DE SU BIOLOGÍA? "El hombre es infiel por naturaleza". "Biológicamente ellos están programados para propagar sus genes". Siempre hemos escuchado estas y otras razones para explicar por qué algunos hombres no pueden controlar sus impulsos sexuales. Pero ahora, los investigadores del Instituto Karolinska, en Suecia, sugieren que algunos hombres poseen un gen que los predispone a la infidelidad. Esto es lo que los científicos hallaron: que existe una relación entre un gen específico y la capacidad del hombre de comprometerse con su pareja. El nombre científico de este gen es RS334, pero también es conocido como el gen de la fidelidad o de la monogamia. Esto se debe a que trabaja en la vasopresina, una hormona relacionada no solo con la respuesta sexual, sino también con los afectos, por lo que puede influir en la capacidad de compromiso del hombre, en si es promiscuo o monógamo, y hasta en el grado de felicidad que es capaz de alcanzar en la convivencia con su pareja. El estudio de cinco años involucró a 552 hombres, a quienes se les analizó el ADN para buscar las variantes de determinados segmentos del genoma relacionados con el gen que regula la vasopresina. Los estudios hallaron que los hombres podían tener una, dos o ninguna copia del gen RS334. Los que no tenían esta variación genética eran los más devotos y comprometidos con sus parejas. Por el contrario, los hombres con una o dos copias del gen no estaban casados, y si lo estaban, tenían un número más alto de crisis maritales y amenazas de divorcio. A estos hombres, sugiere el estudio, les resulta más difícil mantenerse monógamos. Por otra parte, otros estudios del cerebro masculino han revelado que los hombres con un bajo número de receptores de oxitocina, un químico que nos lleva a confiar en las otras personas y a establecer lazos emocionales muy fuertes, son menos propensos a comprometerse con la pareja, por lo que tienen más probabilidades de ser infieles. LO QUE ESTO SIGNIFICA ¿Quiere esto decir que algunos hombres están programados para ser infieles? ¿Que, como muchos sugieren, no es culpa de ellos, sino de su composición genética? Hasse Walum, el investigador principal del estudio, indicó que el llamado gen de la infidelidad tiene una influencia en el comportamiento masculino, pero el hombre, aclaró Walum, no está condenado a ser infiel ni a fracasar en la relación de pareja. El gen predispone, sí, pero no condena a la infidelidad. La biología no lo es todo. También cuentan el libre albedrío, los valores morales, las influencias culturales y las creencias religiosas, entre otros factores importantes. El llamado gen de la infidelidad no es una excusa para engañar a la pareja. El hombre que siente el impulso de ser infiel debe aprender a controlarlo. El puede, entre otras cosas: 1. Abrir las líneas de comunicación con su pareja. Cultivar la parte emocional y afectiva de la relación. ¿Cómo? Pasando tiempo juntos, comunicándose y descubriéndose de nuevo. 2. Evitar situaciones de alto riesgo, como beber, ir a bares o a discotecas solo o con
los amigos, o entablar relaciones inapropiadas en el trabajo. 3. Elevar los niveles de oxitocina de una manera natural a través del contacto físico con la pareja. Hay que reducir las distracciones que lo alejan de ella y elevar la confianza y la empatía. 4. Ante la primera señal de peligro, debe acudir a un terapeuta o sicólogo especializado en problemas de sexualidad o de adicción.