La historia de Moisés, personaje bíblico de crucial importancia, ha sido contada más de una vez en el cine. ¿Cómo olvidar la icónica escena de Charlton Heston abriendo el Mar Rojo en dos en la superproducción de Cecil B. De Mille Los diez mandamientos (1956)? Una escena que por cierto, fue todo un prodigio técnico para la época y tuvo que quedar con la boca abierta a los sufridos espectadores que aguantaron cuatro horas en la sala de cine. Ahora, el relato de este profeta del Antiguo Testamento ha sido adaptado por Ridley Scott, director al que venero por dos obras maestras como Blade Runner o Alien, el octavo pasajero pero que no suele dar en la diana cuando dirige películas que echan un vistazo a hechos históricos, este fue el caso de la ridícula 1492: la leyenda del paraíso, o de otras más recientes como la insípida El reino de los cielos, por citar solo algunas. En esta ocasión, lejos de conquistar al público como sí lo hizo con la épica Gladiator, nos ofrece un espectáculo desprovisto de cualquier emoción y lo que es peor, plagado de aburrimiento.
Rodada en tan solo 74 días, todo un récord para una superproducción de estas características, Exodus, Dioses y Reyes tiene todos los ingredientes para cautivar a los espectadores: una buena dirección, brillantes efectos digitales, un reparto espectacular repleto de rostros reconocidos y con un gran actor al frente, como es Christian Bale. Pero poco importa todo eso si falla en lo principal: en el cómo contar la historia. La última película de Ridley Scott pese a contar con un material muy conocido, no consigue construir una trama que enganche desde el principio hasta el final. Y ese el principal escollo de una producción que se rinde ante el digital y que quiere huir de su referente fílmico más próximo en la memoria de los espectadores, prueba de ello es la omisión de hechos que eran clave en la mastodóntica producción de los 50. Es algo curioso porque provoca exactamente lo contrario de lo que persigue. Al final, te entran más ganas de ver el clásico de cinemascope y technicolor.
El Moisés de Charlton Heston poco tiene que ver con el que construye Christian Bale
El guion de Steve Zaillian ha querido rebajar la religiosidad de otras versiones para mostrar una visión del relato más más cruda y dudosa con lo que ocurrió. Pero aunque apunta bien en la idea de mostrarnos un Dios vengativo y sin contemplaciones y a un Moisés menos manso y más brutal, el guion tiene muchos puntos débiles. Uno de los más evidentes es que no profundiza en el conflicto ni exterior ni interior de los personajes principales (la relación entre Ramsés II y Moisés se queda en un mero enfrentamiento al que se podría haber sacado más intensidad dramática). Otro, es que el libreto no perfila bien los personajes secundarios (totalmente desaprovechada Sigourney Weaver o Aaron Paul entre otros) y por último, Exodus tiene en las escenas más íntimas los peores momentos, pues es aquí, en donde deja totalmente narcotizado al espectador, lo que provoca que no podamos sentirnos identificados con ninguno de los personajes.
María Valverde encarna a Sephora, mujer de Moisés, papel que interpretó Yvonne De Carlo en la de 1956
Falta ritmo y mayor cohesión (¿recorte en el montaje quizás?) en una trama a ratos soporífera que solo despierta al espectador cuando aparecen las secuencias más palomiteras (las plagas, la batalla inicial o el clímax final en el Mar Rojo) y en donde se ha ido la mayor parte de presupuesto. No dudo de que vistas en 3D resulten espectaculares, por cuanto temas que un cocodrilo te pegue un mordisco o unas langostas te sobrevuelen la cabeza, pero en 2D y después de todo lo que ya llevamos visto, tampoco impresionan tanto.A falta de épica, la música del compositor español Alberto Iglesias la aporta en una partitura vibrante pero que tampoco cuenta con un leit motiv que puedas llevarte a casa.
Lo mejor: El apartado técnico y la producción artística. La dirección de Scott, con un arsenal de planos cenitales de gran belleza. La dedicatoria de Ridley a su hermano Tony al finalizar la película. Lo peor: Lo poco conmovedora que es. La pobreza de los diálogos; insípidos y ñoños (los que tiene Moisés en el lecho con su amada Sephora) grandilocuentes y solemnes en otras ocasiones e incluso ridículos como las conversaciones que Moisés mantiene con el niño Dios. A su lado los de Gladiator son una joya. Que en la versión española hayan doblado a María Valverde. El poco carisma de Joel Edgerton como Ramsés II.