Exorcismos Curativos en la Historia de Toledo: El Mal de Ojo

Por Pablet
El más popular por estudiado y difundido es el que se aplica al mal de ojo, 28 pero existieron otros basados en invocaciones extraidas de los Evangelios, especialmente el de San Juan, cuyos primeros versículos fueron utilizados como amuleto para prevenir el mal de ojo y diversas enfermedades, guardado en bolsitas.
Especialmente se le colocaba a los niños recién nacidos.
En otras ocasiones para el mismo fin se utilizaba la Regla de San Benito.
Existen exorcismos contra el mal de lombrices, mordeduras de animales ponzoñosos, contra la tristeza, la nostalgia.
Oraciones que «inmunizan contra todo daño», para conjurar a las armas, aplicando el mismo exorcismo que el mal de ojo, como ocurre en Navahermosa, etc. 
Existe todo un mundo de oraciones impresas como remedio de males, que circularon más o menos abiertamente, hoy en franca decadencia y desuso, cuyo origen lo encontramos en textos pseudo misteriosos, divulgadores de oraciones mágicas, conjuros, etc. 

Uno de los principales fue el famoso ENCHIRIDION LEONIS PAPAE, del que conocemos un ejemplar impreso en Roma en 1740, sumergido en las leyendas de los libros secretos, del que proceden, alteradas por la tradición oral, algunas invocaciones que hemos conocido. 
Referente a los exorcismos sobre el mal de ojo que practican las «graciosas~~ o «saludadoras» toledanas y dado el secretismo en que se mueven, no es fácil averiguar sus textos. 
La mayor parte de los que han investigado el tema han tenido que recurrir a las series de oraciones publicadas por Ismael del Pan en 1932, correspondientes a Guadamur, Gálvez, Puebla de Montalbán y Consuegra. 
De épocas más recientes son las divulgadas de Navahermosa y Recas.
 En total conocemos y están publicadas poco más de diez oraciones completas, todas ellas de corte muy parecido, por lo que nos limitaremos a reproducir esta conocida de Gálvez, que podemos considerarla prototipo: 
«Dos te miraron tres te han de sanarSanta Ana parió a MarIa Santa Isabel a San Juan. Estas palabras son dichas son dichas, muy de verdad y todo el mal que tuviereshoy te deseo quitar. Si es la cabeza, Santa Elena, en los ojos San Antonio en los brazos San Ignacio. Si es el cuerpo el divino sacramento. Si es en los pies el bendito San Andrés. Con sus ángeles treinta y tres Jesucristo vive Jesucristo reina Jesucristo te defiende de todo mal que tuvieres». 
EL MAL DE OJO 
Al estudiar el curanderismo no podemos dejar a un lado el fenómeno del mal de ojo, que podemos clasificar como de práctica curativa de origen anímico. 
El mal de ojo o aojamiento se creyó que era consecuencia de la acción de una hechicera o bruja que transmitía un deseo maléfico y perjudicial para un individuo o animal, manifestándose en estados psíquicos y físicos alterados, con efectos negativos para la propia salud. 
Incluso el hechizo llegaba a los seres inertes, aojándoles también. 
Este concepto, muy evolucionado, ha llegado hasta nosotros y por analogía con la tradición hechiceril, hoy se cree que aojan personas con deformaciones físicas, con aspecto extraño o poco agradable.
 Los síntomas del mal de ojo suelen manifestarse como malestar general, adelgazamiento, pérdida de apetito, melancolía, dolores intensos de cabeza y vientre. La saludadora debe descubrir si son causa de un aojamiento, si no fuese así se abstendría.
De esta manera la curandera se convierte en la persona que devuelve la salud 'y vehículo contra el mal, contra el hechizamiento, en la antibruja. Es la mujer con «poderes)} para devolver, mediante un ritual mágico-religioso, la salud perdida a causa de un acto procedente de otro individuo con «poderes» negativos.
 Esta es la síntesis de la superstición más conocida y popular en Toledo y en otras muchas regiones de España. 
Contra el mal de ojo se protegían las gentes con amuletos de diversa índole, como aquellos fabricados de coral en forma de cuerno, las higas, cintas de colores, las campanillas, chupones de cristal, castañas de indias, escapularios, evangelios, relicarios, cuernos de ciervo o de chivo negro, etc.
 El ritual de las saludadoras varía según las regiones donde se practica. 
El que aún perdura en los Montes de Toledo toma como protagonista al agua, al fuego y al aceite; elementos contrapuestos que se conjugan para una acción curativa. A su vez son parte de la liturgia cristiana que los utiliza precisamente el Sábado Santo como símbolo de resurrección de Cristo, clave de la fe católica y de otras confesiones cristianas. 
El agua se deposita en un recipiente y el aceite se toma del candil encendido. Se introduce el dedo del paciente en el agua y la saludadora deposita con el suyo, mojado en el aceite del candil, tres gotas, repitiéndose hasta tres veces. 
Si las gotas se deshacen es señal de aojamiento, entonces se trazan tres cruces en la frente del aojado y recita la oración secreta, acompañando algunos padrenuestros y credos.
 De las diferentes oraciones que conocemos todas tienen en común invocaciones a los santos y a la Virgen, recitadas en forma de pareados, creando asociaciones entre diversos lugares del cuerpo, situaciones temporales y los santos que mejor riman en ese momento. Recordemos la que hemos reproducido de Gálvez. 
Unas variantes de interés son las oraciones «retorneadas}}, en las que se asocian los doce primeros números a pasajes bíblicos o devociones relacionadas con el número que se recita, ahuyentando al demonio en cada número.
 La kábala está presente en este ritual a través del número tres o de sus múltiplos y sobre todo del nueve, con el que se produce el trinomio 3, 6, 9, que se debe interpretar, según los estudiosos, como los tres principios o componentes del hombre, subdivididos en tres elementos cada uno: Tres físicos, tres psíquicos y tres espirituales, por tanto a un hombre vivo o completo se le designará con el número nueve, por ser la suma de los elementos anteriores. 
Tres veces tres, se hacen las cruces en la frente del paciente, según algunos rituales del mal de ojo, o tres veces se depositan las gotas de aceite en el agua.
 Un hombre vivo mermado en alguno de los elementos necesita, para volver a su estado normal, la restitución del que le falta. 
Tiene por tanto este tipo de curanderismo algo de mágico, de exorcismo cristiano y de tradición hebrea, tan ligada a la cultura toledana.
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