FRANCISCO JAVIER DE BALMIS
La viruela es una enfermedad eruptiva, infecciosa, contagiosa y epidémica, en aquella época era la causante de miles de víctimas en el mundo. Llegó al Nuevo Mundo en 1518 a la isla La Española (Haití y Santo Domingo) a través de negros africanos en calidad de esclavos, traídos en un barco portugués. En 1520 la enfermedad causó estragos en Nueva España (México) y en 1558 en la Nueva Granada (Colombia) diezmó el 30% de la población.
La vacuna antivariólica, la primera vacuna de la historia, fue descubierta en 1796 por el médico rural inglés Edward Jenner, basado en los estudios realizados en el campo, extrayendo de las ubres de las vacas una pústula o costra, útil para formar un virus que previene la viruela, de allí la denominación de vacuna. Tras las primeras pruebas en poco tiempo llegaron a vacunar a cien mil niños de Inglaterra.
El rey español Carlos IV había perdido un hijo a causa de la viruela. En Navidades de 1802, la Corte conoció la noticia de que una epidemia de viruela afectaba a Nueva Granada. Preocupado por los niños de la América española y Filipinas, el monarca consultó a sus cirujanos de la Real Cámara y conociendo que la vacuna había llegado a España en 1800, emitió un edicto el 1 de septiembre de 1803 por el cual ordenaba la organización de una Real Expedición con el objetivo de propagar y perpetuar la vacuna contra la enfermedad por todos los territorios de ultramar. Esta misión sanitaria internacional fue la primera campaña médica a gran escala geográfica de la historia de la humanidad.
A tal fin ordenó a su médico de cabecera Francisco Javier Balmis y Berebguer liderar la aventura. Este era un médico militar, natural de Alicante, donde nació en 1753. Había vivido diez años en América y conocía las técnicas de la inoculación y de la vacunación. A sus amplios conocimientos científicos se unieron sus cualidades humanas, convirtiéndose en el candidato perfecto para encabezar el proyecto, completamente financiado por la Corona española. Además se aprobó un cuerpo de leyes que posibilitara tal fin.
El objeto de la expedición sanitaria consistía en: vacunar a la mayor población infantil, enseñar a los médicos locales la técnica antivariólica, organizar juntas de vacunaciones y mantener el suero para continuar las inmunizaciones.
Uno de los principales problemas que se presentaron a la hora de idear la expedición fue el método para conservar la vacuna en perfectas condiciones durante todo el trayecto, en una época donde no existía dispositivo pata su refrigeración o congelación. La solución fue utilizar a un determinado número de niños como porteadores de la vacuna. No servía cualquiera, ya que para prender con eficacia la vacuna los niños no debían haber sufrido previamente la enfermedad.
El método de transmisión consistía en realizar en sus brazos una pequeña incisión con un bisturí, colocándose en la herida el virus sanador; se iba transmitiendo la vacuna de brazo a brazo de un niño a otro, mediante el contacto de las heridas, operación que se hacía cada diez días para mantener en forma activa el virus.
EVOLUCIÓN DE LOS GRANOS DE LA VACUNA
Balmis contrató los servicios de diez médicos entre los que se encontraban algunos cirujanos recién graduados por el Real Colegio de San Carlos de Madrid: Manuel Julián Grajales, Antonio Gutiérrez Robredo, Rafael Lozano Pérez, Pedro Ortega y Basilio Bolaños. También contó con la participación de sus sobrinos Francisco y Antonio Pastor Balmis, y de la rectora del Hospicio de Santiago de Compostela de La Coruña, Isabel López Gondalla, con la tarea de cuidar a los veintidósniños que conformaban el convoy sanitario, con edades comprendidas entre los 6 y 8 años.
Llevaron cientos de ejemplares de la obra Tratado Histórico y Práctico de la Vacuna de Luís Jacobo Moreau de la Sarthe, que Balmis tradujo del francés al español, sobre las inmunizaciones y unos dos mil pares de vidrios.
La Real Expedición Filantrópica de la Vacuna partió el 30 de noviembre de 1803, desde La Coruña a bordo de la corbeta militar María Pita.
CORBETA MARÍA PITA
La primera escala se realizó en Tenerife (islas Canarias), donde vacunaron a cientos de niños; desembarcaron en Puerto Rico en febrero de 1804 con idéntica misión sanitaria.
Al llegar a Puerto Cabello el 8 de mayo de 1804, en la capitanía general de Venezuela, la expedición se dividió en dos grandes grupos: un grupo de médicos y niños dirigido por el doctor Balmis y el otro dirigido por el cirujano militar barcelonés José Salvany y Lleopart.
El grupo de Balmis se dirigió a Cuba, siguió al virreinato de Nueva España, teniendo que atravesar el territorio desde Veracruz hasta Acapulco, para embarcar hacia Filipinas, donde actuarían en Manila el 14 de septiembre de 1806, y ya en China en Macao. Desde allí el grupo expeditivo regresaría a España el 10 de agosto de 1808, en dirección oeste atravesando los océanos Índico y Atlántico.
La sub-expedición dirigida por José Salvany, se encargaría de vacunar en el virreinato de Nueva Granada empezando por Caracas, luego Margarita, Cumaná, Maracaibo, Cartagena y Bogotá, continuó por el virreinato del Perú hasta Cochabamba. En esta ciudad, el 21 de julio de 1810, Salvany perdía la vida a los treinta y tres años de edad, cumpliendo la noble misión. A la muerte del líder había que sumar la aparición de los primeros enfrentamientos bélicos surgidos en vísperas de los primeros procesos de emancipación americanos. Antes estos problemas, el grupo suspendió la labor que estaba realizando, y doblando el estrecho de Magallanes puso rumbo a Cádiz.
La labor efectuada por esta expedición contó con la colaboración de las autoridades sanitarias, políticas y eclesiásticas locales de cada región para fundar las Juntas de Vacuna. Fueron instituciones formadas para perpetuar la vacuna contra la viruela, para mantenerla fresca cuando la expedición continuase su itinerario, y propagar su medicación.
En Venezuela, por ejemplo, el doctor caraqueño Felipe Tamariz apoyó la labor del doctor Salvany organizando la comisión vacunadora; el sabio José María Vargas describió el procedimiento de inoculación en su trabajo Epítome sobre la vacuna, y Andrés Bello recuerda esa grandiosa jornada dedicándole su Oda a la Vacuna.
La Real Expedición Filantrópica de la Vacuna inoculó a más de medio millón de personas en los dos hemisferios, desde América hasta Asia, desde los 40º de latitud norte hasta los 48º de latitud sur. Como consecuencia de esta gesta sanitaria, se articuló una ley preventiva de la salud pública que tuvo una impresionante efectividad. El propio descubridor de la vacuna de la viruela, Edward Jenner, escribió sobre la expedición: "No puedo imaginar que en los anales de la Historia se proporcione un ejemplo de filantropía más noble y más amplio que este".
ITINERARIOS SEGUIDOS POR LA EXPEDICIÓN
La Organización Mundial de la Salud declaró el 8 de mayo de 1980 la erradicación de la viruela, un gran avance en la salud pública. La humanidad estará siempre agradecida de la iniciativa y abnegada labor de los profesionales de la medicina y los niños que formaron parte de esta misión, verdaderos héroes anónimos salvadores de vida.