No sé diría, desde afuera, hasta tal punto la carne parece firme y serena, la cabeza sólida y compacta, la mirada uniforme y sin expresión, que por dentro (del cuerpo de ella) una muchedumbre de imágenes, de latidos, de pulsaciones, lo atraviesan, continuos, como una piedra que cuando se la da vuelta deja ver el grumo efervescente de un hormiguero.
JUAN JOSÉ SAER.-
(en NADIE NADA NUNCA. Editorial Rayo Verde.)