Experiencias lectoras: De los libros que vendían en la escuela

Publicado el 24 marzo 2017 por Karla A. @viviendodelasp

No sé si a ustedes les tocó que cuando estaban en la primaria iba gente a venderles libros.
Estas personas entraban al aula y con entusiasmo -y de una manera bastante efectiva- les hablaban de lo que vendían: libros de adivinanzas y chistes, de cuentos, de leyendas, de mitos o de versiones resumidas de obras clásicas (la primera vez que escuché de "El diario de Ana Frank"). Los de adivinanzas y leyendas de terror siempre eran los más populares. Antes de despedirse te informaban de los precios para que lo comentaras en tu casa y, si querías alguno, al día siguiente trajeras el dinero. Y entonces volvían a pasar o ponían una mesita dentro de la escuela para que fueras y compraras el que quisieras. Y ya con tu librito en mano te ibas contento a guardarlo en tu mochila pensando que al llegar a casa lo leerías, o tal vez no podías esperar y lo sacabas a la hora del recreo para compartirlo con tus amigos. 
Ahora que lo pienso tuve mucha suerte de vivir esto, porque además de que en la primaria tenía una clase muy recreativa dedicada a los libros y a la lectura ("el rincón de lecturas") o que en el mismo salón de clases había libros infantiles que podíamos coger en ciertos momentos, leerlos y escribir nuestra opinión junto con un dibujo (mis primeras reseñas 😝), y que además hacerlo nos emocionaba (al menos a la mayoría), también teníamos la oportunidad de obtenerlos en la escuela mediante estas ventas. Y algunos dirán "¡pero sí sólo eran librillos de adivinanzas y chistes! eso ni les deja nada" pues yo creo que sí dejan mucho, pero independientemente de ello, se trataba de acercarnos a los libros, de hacer que los quisiéramos, tal vez inicialmente como mero objeto, pero quizá ese era el primer paso.

En ese sentido puedo decir que la primaria hizo muy bien su trabajo al seguirme guiando por el camino que me llevaría a desarrollar un amor por los libros y la lectura (la secundaria, por otro lado, no hizo ningún esfuerzo por mantenerme en él y terminé desviándome al entrar en ella, pero por suerte pude encontrar el camino de regreso por mi cuenta *y aquí es donde entra Harry Potter, pero ese es cuento para otro día*).
Los que ven en las imágenes de arriba son los que todavía conservo (y digo todavía porque en las mudanzas se pierde mucho, como seguramente fue el caso de los libros de mi infancia), y de vez en cuando me gusta hojearlos para recordar cómo esos cuentos de terror de verdad me ponían los pelos de punta o lo bien que la pasábamos con las adivinanzas. 
¿Por sus escuela también pasaban a venderles de estos libritos? ¿Qué tan presente estuvo la lectura durante su educación primaria? 
¡Cuéntenme! 😊