On the first day of every month, I pick a poem, and then I read that poem every day that month.
Leo un artículo de un tal Eliott Holt con el ordenador en las rodillas, sentada en el porche, disfrutando de que en esta casa, que siempre es un ir y venir de gente, solo estamos tres personas y dos perros. Además, los vecinos ruidosos que entienden el fin de semana como una ocasión excepcional para demostrar a todo el mundo que sus gustos musicales son espantosos parecen haberse marchado. Es pronto, 22 de agosto, pero quizás algunos de los que solo vienen en verano ya no estén mañana. A lo mejor mañana esto empieza a vaciarse, a quedarse en silencio.
Leo el artículo en el que Eliott comenta este hábito y me parece buena idea. Nunca he sido lectora de poesía, no sé leerla y no sé apreciarla. De vez en cuando, brujuleando por internet, encuentro un poema que me gusta y tras leerlo un par de veces lo copio en mi cuaderno y nunca más. Lo olvido y me da mucha rabia. A lo mejor el plan de Eliott me funciona. Por un lado es poco ambicioso: leer doce poemas al año me parece algo a mi alcance pero, por otro, presenta un escollo bastante importante. O dos pero vayamos primero con el primero (lo sé, lo sé, pero me gusta como suena). Leer todos los días un poema necesita encontrar un tiempo en mi día para hacerlo, esto es complicado. Lo sé por experiencia, ya me ha pasado más veces. «Voy a escribir en mi cuaderno todos los días algo, lo que sea» y sin darme cuenta, pasan seis días sin haber escrito nada. No es que no se me ocurra nada, es mi cuaderno puedo escribir: caca, culo, pedo, pis o Juan es idiota y no importaría. El problema no es el qué, sino el cuándo. Para esto he descubierto, a base de ir dejando un reguero de hábitos interesantes abandonados por el camino, que lo mejor es elegir un momento del día. Lo sé, lo sé, estoy sonando a una de esas cuentas de «reordena tu vida» pero para nada es ese rollo. Si yo digo «voy a leer todos los días un poema» no va a funcionar. Si pienso «todos los días cuando me meta en la cama y justo antes de coger el libro, voy a leer un poema» tampoco a va a funcionar, tendré demasiadas ganas de lanzarme a mi libro y el poema se deslizará por mi vista sin fijarme, será una pérdida de tiempo. Pero si digo «cuando me siente con el té,a desayunar, voy a leer el poema» es posible que funcione.Mientras disfruto de este rato de paz completamente inesperado me doy cuenta de que el tiempo que más me pertenece es el de la mañana, el de madrugar, el que existe entre que me despierto y alguien me ve.
El segundo escollo es elegir el poema cada mes. No tengo ni idea de por donde empezar: ¿leo muchos hasta encontrar uno que quiera aprenderme de memoria? ¿Reviso mi cuaderno con los que he ido apuntando? ¿Pido ayuda? ¿Elijo al azar? Tengo ocho días para elegirlo antes de tener que madrugar para intentar adquirir este hábito.
También tengo ocho días para desistir.
PD: Si llegáis aquí desde FB que sepas que me estoy pensando cerrar FB y dejar de publicar allí.