El problema fundamental radica en que sus alas son tan pequeñas que no deberían de producir suficiente sustentación durante el vuelo. Pero los cálculos suponían que las alas eran rígidas y estables como la de un avión, cuando de hecho las abejas baten sus alas flexibles 230 veces por segundo. Este aleteo, junto con la sutil naturaleza de las alas, permite a las abejas volar mediante la creación de vórtices que les proporcionan suficiente sustentación. Pero el mecanismo aerodinámico exacto de ese proceso era un misterio hasta ahora.
Para hacer estas medidas los investigadores filmaron el vuelo de estos insectos con una cámara especial que permite alcanzan los 6000 fotogramas por segundo.
Los investigadores sometieron a las abejas a unas condiciones extremas de presión y ver así los límites de su capacidad de vuelo. Para comprobar esto introdujeron a los insectos en un recinto con una mezcla especial de oxígeno y helio (a una presión parcial de oxígeno suficiente para que no mueran asfixiadas) a una presión equivalente a la que hay a 8000 metros de altura y comprobaron que el aleteo era más amplio pero la frecuencia del mismo se mantenía constante.
Las abejas además del aleteo típico giran sus alas al mismo tiempo. Es como si los álabes o paletas de la hélice de un avión giraran sobre su eje longitudinal a la vez que el conjunto gira sobre el eje de la hélice. Este resultado podría ayudar a los ingenieros aeronáuticos a diseñar hélices más eficientes o aeronaves de alta maniobrabilidad.
La velocidad del vuelo de la abeja
Según el investigador austriaco Karl von Frisch, la abeja melífera puede llegar a alcanzar una velocidad máxima de 29 km por hora cuando vuela sin carga desde la colmena hasta su fuente de alimentación, y con viento en calma. Aunque por supuesto, esa velocidad se reducirá si el vuelo de la abeja se produce cargada de néctar o polen. A modo de referencia, cabe aquí indicar que una persona que no es atleta profesional puede correr a una velocidad de entre 25 a 29 km por hora durante unos cien metros, por lo que en caso de que nos persiguiera una abeja, es fácil que nos acabase alcanzando.