Explorando Lo Incomprensible
La soledad del referente en registrosLenguaje enfermero y registros, agentes de la "supuesta" invisibilidad.
Esta entrada no empezaba así, ni su título; el segundo párrafo y el subtítulo son los iniciales. ¿Por qué han cambiado? Gracias a Chema Cepeda, que nos envía una serie de links a sitios de referencia dónde encontrar fotografías libres, me topo con esta imágen y, después del día de hoy, me veo reflejado en ella, ese soy yo. Sentado de espaldas (o tal vez, sentado de frente...), solo, y mirando no hacia un horizonte lejano o hacia un paisaje intuído más que conocido, sino a una pared de arena que obstaculiza la visión y que, con toda probabilidad, adopta otras formas, sople por donde sople el viento. Es la soledad del referente en registros, la soledad de quien intenta compartir un conocimiento y casi siempre los demás están al otro lado, incomunicándose, des-conociéndome. Pero, ¿de qué quería hablar en esta entrada? Sin ir más lejos, y sin conocer la fotografía, del motivo de esa soledad. Y hasta aquí el exordio.
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Hoy vuelvo con un tema que me parece fundamental, el lenguaje enfermero y su expresión en los registros como garantía de nuestra visibilidad.¿Por qué volver una y otra vez sobre el mismo tema? "Registrar y registrar, como si no hubieran cosas más importantes que hacer". ¡Exacto!, justo ese es el tema, que quizás no hay cosas más importantes que hacer. Bien, no hay que ser tan osado, digamos mejor que hay cosas que hacer en el día a día asistencial que se sitúan al mismo nivel de importancia que registrar. Ahora sí. Pero, ¿hasta cuándo vamos a negar este hecho? ¿Hasta cuándo negaremos la preeminencia de los registros? ¿Hasta cuándo nuestra ceguera documental?
Somos más de actuar, de realizar aquello que tenemos estipulado, aquello que nos indican (olvidemos el "ordenes médicas", ¡por favor!), es más fácil y cómodo; y evidentemente, somos capaces, ¡perdón!, estamos capacitados para ejercer todas aquellas actividades surgidas como respuesta a problemas de independencia y autonomía presentes en los pacientes. Y después de actuar nos gusta hablar, preferimos explicar de palabra a nuestros compañeros aquello que nos parece importante y que hemos detectado e intentado solucionar de los pacientes.Y hacemos bien, pero no es suficiente, es necesario dejar por escrito eso mismo que estamos explicando. Pero no hace falta construir un texto narrativo en el evolutivo, observaciones o cómo quiera que se llame en tu centro, para repetir información ya doccumentada en otro lugar; con una correcta cumplimentación de la Valoración y registrando cada dato (constantes, confirmación de medicación, confirmación de actividades, curas, etc.) en su correspondiente lugar, ¿cuál es la necesidad de poner "HDME. Paseando. svp, sp, curada herida", etc. etc.? ¿Qué información aporta que no me hayan dicho ya los otros registros? "¡Visión rápida y unificada!", oigo al fondo que dice alguien. O sea, que no tenemos tiempo, según X, de registrar, pero sí que tenemos tiempo de duplicar información, ¡arrea!. Perdonadme, pero necesito sentarme en el banco. (Y otra cosa, siento decirlo pero creo que nunca veré realizar ese intercambio de información frente al paciente, implicándolo en su propio recorrido de salud)
Alguno de los piropos que oímos de los registros son "no sirven para nada", "nadie cree en elllos, no los ven útiles", "lo mejor es escribir en el evolutivo y explicar tu paciente; lo demás no es práctico", "eso son elucubraciones de quienes habéis perdido la perspectiva asistencial...", ¡en fin! ¡una delicia! ¡Ah!, pero eso sí, "hay muchísima faena y no pueden registrar" o "pero, ¿saben cómo deben registrar?". Perdonadme (por segunda vez) pero eso o es cinismo o es que tal vez hagamos (los referentes en registros) cara de tontos...
Finalmente, esta entrada ha tomado otro camino que no es el pensado inicialmente, pero me sirve.
André Gide dijo: "el hombre no puede descubrir nuevos océanos a menos que tenga el coraje de perder de vista la costa".Y, lentamente, me alejo de la costa remando con todas mis fuerzas mientras en ella permanecen, tumbados e indolentes, las huestes de un pasado de desidia y ceguera.