De nuevo, Cristina Fernández de Kirchnervuelve a la carga en su cruzada personal contra REPSOL, esta vez empleando comotestaferros a los distintos gobernadores provinciales adscritos a su partido. Nooculta la mangataria austral susdeseos de hincarle el diente a YPF, la filial local de REPSOL, demostrando unosmodos más propios de un pezzonovantede la cosa nostra que de un gobiernoque pretende ser respetado y tenido en cuenta por el resto del mundo.La presidenta argentina está haciendo un flacofavor a su país cultivando con tanto afán la inseguridad jurídica, de modo queinvertir en él cada vez se asemeja más a jugar a una ruleta rusa trucada en laque todos los disparos se efectúan sobre la misma sien. La empresa española ya haanunciado que emprenderá medidas legales en contra de estas suspensiones arbitrariasde sus licencias. Lo que resta por comprobar es si nuestro gobierno va actuarcon decisión y firmeza en este caso o va a perpetuar la tradición de pañoscalientes instaurada por el anterior ejecutivo.