Extraescolares sí, extraescolares no... 1, 2, 3, responda otra vez.

Por Conmdemamá @CONMDEMAMI
Inicio de curso, tema candente, quizás delicado. Yo hoy me limitaré a dar mi opinión desde "mi" sentido común, mezcla de madre y maestra. Es un tema controvertido, que a veces nos crea dudas enormes, y en esta entrada sólo pretendo contar mi (nuestra) experiencia, mi sentir y la manera en la que nosotros lo vivimos en casa.En la actualidad nos encontramos con la problemática de la mala nula conciliación laboral y familiar, y como consecuencia nos encontramos con la necesidad de "ocupar" las tardes de nuestros hijos y acortar su tiempo libre. Pero... ¿nos hemos planteado que supone eso para ellos? Las actividades extraescolares, desde un punto de vista pedagógico, pueden ser muy beneficiosas si se planifican bien, en su justa medida y nunca suponen un exceso de carga para nuestro hijo. Una actividad extraescolar puede ser buenísima para ampliar su círculo de amistades, satisfacer inquietudes, abrir la mente a otras maneras de hacer las cosas y comprender el mundo que le rodea desde diferentes prismas, permitir que explote su lado más creativo o activo... Eso sí, siempre que esta actividad no sea impuesta y habiendo contado con sus gustos. Y es aquí donde, como padres, podemos meter la pata. Partimos de la base de que todo padre y/o madre quiere lo mejor para sus hijos, y por ello, busca la manera de ofrecerle todo lo que esté en sus manos, de proporcionarle un abanico de posibilidades que le ayuden a formarse como persona con criterio y principios, madurar y lograr la autonomía. Sin embargo, podemos pecar de querer darles todo lo que "nosotros no tuvimos" (o eso creemos), y entonces atrofiar la idea y desviarnos del origen, que era bueno. Si además mezclamos esto con la necesidad de ocupar sus tardes porque nuestro horario laboral "necesita" tenerlos ocupados, entonces tenemos entre nuestras manos una bomba de relojería, y lo mejopeor es que nosotros somos los únicos capaces de desactivarla, pero para ello debemos abrir los ojos.Hay un dicho que dice "todo en su justa medida". Pues eso, no hay más. Y un poquito de sentido común, claro. Debemos valorar si saturar a nuestro hijo con tantas actividades diferentes es tan positivo como para que le haga feliz. Es decir, ¿es tan bueno que haga tanto, de verdad, o es sólo por nuestra necesidad? Al menos, si van a realizar más de una, intentemos que una sea artística y otra deportiva, es decir, que no los saturen y obliguen a estudiar mucho más que lo que ya llevan en la escuela, que no sean tan puramente académicas y les dejen explotar sus "otras" cualidades. Cuando nosotros éramos pequeños no pasábamos tantas horas "formándonos", jugábamos más, veíamos algo la tele, nos aburríamos, hacíamos los deberes (que puedo prometer que no eran menos que los de ahora, y no nos pasaba nada), nos peleábamos con nuestros hermanos, dábamos la brasa un rato, volvíamos a jugar... y un día, o como mucho dos, íbamos a, en mi caso, música. Justo por el hecho de que "sólo" iba a música, esperaba con ansia e ilusión infinita el día, hacía los deberes en el patio y estudiaba más tarde esa noche, pero era "mi día", "mi actividad". Y era feliz.En casa somos dos maestros de inglés y, ¿sabéis qué? Nuestros hijos no van a inglés fuera de horario escolar. No. No, no es sacrilegio. Nosotros, mi marido y yo, tampoco fuimos a inglés de pequeños, pero leíamos, escuchábamos música de cantantes anglófonos y cosas así, lo normal entonces; y puedo prometer que mi inglés es más que decente, porque he viajado, me he formado, y a día de hoy, sigo haciéndolo. Así que tranquilos, que si no pasa nada Pichu y Rubiazo tendrán una buena competencia comunicativa en inglés en el futuro, todo dentro de una normalidad.
Pues siguiendo con nuestro momento de actividades extraescolares, Pichu, de casi 5 años, eligió música (para regocijo mío, no voy a mentir), y después de ¡casi 1 año! pidiendo ir, consideramos que... ¡efectivamente no era un capricho! Así que el curso pasado estuvo yendo a música, 45 minutos dos días a la semana, y fue muy feliz. Rubiazo es pequeño para elegir y para, además de pasarse todo el día en la guardería, pasar aún más horas fuera de su hogar, de su espacio de seguridad. Así que ya veremos más adelante. Aunque, como de casta le viene al galgo, parece que le tira mucho demasiado el baloncesto... herencia paterna, no hay más. Y cada vez que ve a su padre con el polo del club de basket, se le tira en brazos para irse con él. Habrá que esperar y ver si finalmente se decanta por eso o le da por pedir bailes de salón. El caso es que este año nos hemos encontrado con la disyuntiva de que Pichu también ha pedido ir con papi a baloncesto... ¡y ya tenemos el lío! Porque a música sigue yendo, y son otras dos tardes... No creáis que no nos hemos pasado ratos hablando del tema y sopesando. Finalmente, decidimos que es cosa de ella averiguar qué es lo que más le gusta. Porque, si es por nosotros, cada uno barre para su casa, como adultos egoístas que somos, o mejor dicho como padres que no pueden evitar verse reflejados en sus hijos y que buscan lo mejor para ellos, o sea, lo que a ellos les hizo felices. El caso es que pensamos que podía ir a probar un entrenamiento (de predeporte, que es lo que en realidad hacen) y que ella misma valorase. Y, ¡tachán! "valoró"... que también le gusta. ¿Y ahora?Pues ahora nos vamos a dejar guiar por el sentido común. Yo en principio cuatro días lo veía excesivo, porque no son actividades "bajo de casa" precisamente y porque me adelanto al invierno, tan frío y oscuro. Mi marido no lo ve tan extremo, ya que son actividades con sesiones de sólo 45 minutos, que son puro juego, ya que tanto el basket como la música están planteados así donde los recibe. Lo que hicimos pues, después de darle muchas vueltas, fue hablar con ella y explicarle lo que había: que cuando uno se compromete con algo debe ser responsable y cumplir con lo que ha elegido, que no se trata de actuar por capricho, que hay que valorar lo que uno tiene porque vale un dinero, pero... (siempre hay un pero, y más en la ma/paternidad) pero que si se nota cansada, si ve que tanta vuelta arriba y abajo le impide disfrutar, si al final de la película no es feliz... entonces podrá renunciar a una de las dos actividades y quedarse con la que más le llene. Porque lo que queremos es QUE SEA FELIZ mientras se forma en otros aspectos, no que viva lo que debería ser un disfrute como algo estresante. En este caso, bajo nuestro punto de vista como maestros, es verdad que hemos tenido la suerte de que ha elegido dos actividades que casan a la perfección: música y deporte. Ambas le van a permitir un desarrollo íntegro, van a fomentar su sentido de la responsabilidad y de la organización, le van a ayudar a crecer sana, creativa, libre. La historia con Pichu es que si la dejáramos seguir eligiendo también iría a inglés, teatro, natación... Es una niña muy viva, pero en el término medio se encuentra la virtud, y siempre puede cambiar de actividad el curso próximo.
Por cierto, para tranquilidad de los que aún penséis que ya nos vale con el tema del inglés y que en casa de herrero bla bla bla... Tengo que deciros que su nivel de inglés es muy bueno, y no es ni mérito nuestro (nuestra única aportación en casa es la tele en inglés siempre) ni de una extraescolar, es mérito absoluto de su maestra y su escuela (pública, para más datos, así desmitificamos, de paso, pero de esto ya hablaremos otro día). Y en cuanto a Rubiazo... de momento se pirra por cualquier pelota de basket y por las motos... Así que llegado el momento, habrá que ver por donde van los tiros, porque igual le da por la repostería y el taichí.Lo que está claro, es que si siguen con actividades será porque ellos así lo han querido. Son niños, y como tales necesitan su tiempo de juego, de aburrimiento (no os imagináis lo productivo que puede llegar a ser para su mente que tengan momentos de hastío), de deberes, de travesuras, de ver algo de dibus (pocos), de lectura, de pelear con sus hermanos, de calle, de cocina con los papis... Intentemos recordar que pasan muchas horas ya en el cole y que cuando salen igual son felices con estar en casa. Quizás tengamos que plantearnos si no sería más conveniente encontrar a una persona de confianza (por lo de no abusar de los abuelitos) que los recogiera del cole y los llevara al parque un rato, a su actividad extraescolar (ésa que han elegido con tanta ilusión), les diera de merendar y los mimara hasta que llegaran los papis... Y pensaréis: "lo dices tú, que eres maestra". Bueno, pues tenéis que saber que lo diría igualmente, porque lo vería de la misma manera. Yo soy yo, de maestra o de bombera torera. Está claro que, en un mundo ideal, lo perfecto sería tener horarios laborales casados con los escolares, pero de verdad, sin tener que alargar con chino, judo, fútbol, ajedrez y patinaje todos los días. Pero para que esa conciliación real llegue, me da que aún queda mucho. No sé si yo lo veré. Mientras, intentemos mirar a nuestros pequeños y conocerlos, desde lo más profundo. Quizás no nos demos cuenta de que están pidiendo a gritos parar el ritmo y no convertirse en nosotros: papis que volamos de un lado a otro todo el tiempo, que hacemos de la prisa nuestra fiel compañera y que convivimos con el estrés como amante furtivo. A lo mejor, si escuchamos sus necesidades y no intentamos que sean los mejores en todo, que sepan de todo, que lleguen a todo... estamos dando el primer paso para cambiar el mundo, pero de verdad. ;)Ánimo y suerte para la vuelta al cole, que ya se sabe que los comienzos son siempre durillos.Un abrazo. ¡Última hora! Acabo de encontrar este artículo en la revista MI BEBÉ Y YO que quizás os interese: ¿DEMASIADAS ACTIVIDADES EXTRAESCOLARES? CON M DE MAMÁ y E de EXTRAESCOLAR