Es una sofocante noche, como las previas, como las venideras. El mercurio anda tonteando con las nubes en su eterna ascensión… No importa el día ni la hora, pero por dejar constancia de ello, digamos que es martes, que es 11 de agosto de 2016, y que en este preciso instante es las 1:09 de la noche.
El calor golpea con dureza el asfalto, las fachadas, y las aceras de Aguadulce. El sudor se pega como rémoras a todo mi cuerpo, incluidos los ojos, haciendo que incluso, mantener la vista fija en la pantalla, sea toda una andanza.
¿Quién soy? Poco importa. Digamos que nací hace 38 años, que me llamo Aitor, y que, tras miles de aventuras y desventuras, tras miles de cosas vividas que muchos ni conocéis, ni habéis vivido, ni probablemente creeríais, he llegado hasta aquí. Hasta donde estoy. Hasta lo que soy.
¿Qué soy? Esa es la pregunta. LA pregunta. Supongo que, por genética, he de catalogarme como un ser humano más. Pero, ¿todos los seres humanos sufren el hervidero que tengo yo por cerebro? ¿Acaso nadie goza de un solo momento de paz, o soy yo solo quien está condenado a no descansar jamás?
Cada persona es un mundo, dicen. Y todos tenemos nuestras preocupaciones, pensamientos, sentimientos, quebraderos de cabeza… Mas no creo que haya mucha gente como yo, que de lo más pequeño pueda hacer algo tan grande que te impida dormir. Dudo que haya gente con la capacidad de atormentarse a sí mismos hasta límites insospechados… hacer del sufrimiento un modo de vida, hacer del eterno vagar por el mundo un dogma, hacer de su silencio, el peor de los castigos.
No os dais cuenta de que cuando todos huyen a ponerse a resguardo de la tormenta, yo soy quien camina hacia los rayos.
Tal vez esté pecando de arrogante, y esté apropiándome para mí solo del dolor de muchas personas, pero ya se suele decir… Para cada uno, sus propios problemas, sus propios dramas, son los peores, pues son los únicos que les toca vivir en primera persona, en sus propias carnes.
Hace algún tiempo que me veo privado ya de los pequeños placeres de la vida (por no hablar de los grandes), pero solo hoy me ha dado por sentarme frente al ordenador y dedicarle un rato de mi vida a plasmar por escrito cuanto me atormenta. ¿Por qué hoy? ¿Por qué ahora? Tal vez porque hoy hayan saltado por los aires mis últimos resquicios de cordura, y antes de dejaros solo un vacío, haya querido rellenar los espacios con palabras. Dejaros al menos unas cuantas respuestas.
No sabes lo que estás buscando hasta que no lo encuentras. Entonces es cuando descubres que era eso lo que andabas buscando.
¿Sabes esa sensación de haber estado toda tu vida buscando una respuesta, un estímulo, un “algo” que le dé un sentido a todo?
Esa es una sensación que experimento bastante a menudo. Levantarme de la cama por inercia, ir al trabajo porque es lo que hay que hacer. Relacionarte con gente porque es lo que se espera de ti. Fingir que todo va bien. Sonreír. Reír. Hacer reír. Y llorar cuando nadie te ve.
Y pasan los días, los meses, los años, y la situación se torna cada vez más absurda, más carente de sentido, más incomprensible, pues tu “algo” nunca llega a aparecer. Y buscas, rastreas, te replanteas lo que buscas, y vuelves a buscar. Y no. No llega. No existe. No está.
Pero hoy, hoy estaba. Hoy lo vi. Estaba ahí, como una milagrosa aparición. Como un soplo de aire fresco recorriendo mi nuca mientras el resto de mi cuerpo se combustía en el lento fuego del verano almeriense, mientras notaba cómo mi vida se escapaba, en forma líquida, por cada uno de los poros de mi piel.
Es quizá ya una fijación. Tantos años peregrinando por el desierto (en el que siempre te has sentido extranjero, pese a no haber encontrado jamás tu lugar en el mundo, luego, de ser extranjero, lo eres en todas partes), que aquello que vi como un oasis frente a mí, tan solo fuera un espejismo más. Pero los espejismos, a fuerza de no ver más que espejismos, y sabiendo que son espejismos, acaban por parecer tan reales, que cuesta diferenciarlos de la propia realidad.
Pero no. Estaba ahí. Pude sentirlo. Esta vez era real. Tangible. Palpable. Mentira.
Visita el perfil de @ASorginak