El prelado expone algunos aspectos de la cultura actual, y en concreto de la nación norteamericana que, en su opinión, es una nación desesperada en lucha con los problemas reales.
“En vez de ayudar a los pobres, nos vamos de compras. En lugar de pasar tiempo de calidad con familiares y amigos, miramos vídeos en Internet. Nos entrampamos en una red de narcóticos, desde la diversión hasta los gurús de la autoayuda o los medicamentos”. Para el arzobispo “la desesperación y la arrogancia, ambas evasiones de Dios, son parientes, peculiares y discretos, de esa religión secularizada que llamamos progreso, un cristianismo sin Cristo”.
Como afirma José Francisco Serrano, "con este libro se entiende, bastante bien, la historia de los Estados Unidos y su idiosincrasia. Incluso el papel de los católicos y de un episcopado que sufrió, en no pocos períodos de la historia, la incomprensión romana. Impresiona, por ejemplo, las reflexiones sobre el “martirio institucional” al que se enfrentan no pocas instituciones de Iglesia, colegios, hospitales, programas, cuando la presión política choca con la identidad del centro".