Extraños en un tren

Publicado el 04 mayo 2009 por Ixowa @ixowa

Extraños en un Tren no es una de las películas de Hitchcock más conocidas por el gran público, fue rodada en 1951, antes de los grandes éxitos de la carrera del director (Psicosis, La Ventana Indiscreta, Con la muerte en los talones…) y después de dos fracasos en taquilla, Atormentada y Pánico en la Escena.

Basada en una novela de Patricia Highsmith, el propio Hitchcock. eligió la historia, en principio parecía una novela difícil de adaptar al cine pero él consiguió crear una buena película de suspense con sus señas de identidad, incluyendo uno de los temas más recurrentes en su filmografía: el del falso culpable.

Guy Haines es un joven campeón de tenis que mientras viaja en un tren se ve abordado por un admirador que sabe mucho sobre su vida privada por lo que se publica en las revistas de sociedad, en el trascurso de la conversación Bruno le propone a Guy un intercambio de asesinatos, él mataría a la mujer del tenista, que no le concede el divorcio y a cambio Guy tendría que matar al padre de Bruno, al que este odia porque no le deja vivir como quiere.

Hitchcock comienza la película haciendo lo que mejor sabe hacer: jugar con la cámara. Nos muestra unos pies andando en una estación de tren, dos pares de pies que se encontrarán casualmente en un choque fortuito, hasta ese momento la cámara no sube para enseñarnos a los dueños de esos pies. Este principio ya es sublime y anuncia que estamos a punto de ver una historia que merecerá la pena.

Pero el comienzo no es la única escena destacable, también nos encontramos con un momento en un partido de tenis en el que se nos muestra a los espectadores de dicho partido moviendo la cabeza todos al unísono de un lado hacia otro, en principio no se capta nada fuera de lo normal, pero cuando la cámara se acerca vemos que una persona está mirando hacia el frente, Bruno sólo tiene ojos para Guy. Otra escena memorable sin duda, es el asesinato de la mujer de Guy, este personaje se nos ha presentado como alguien despreciable, que manipula a su marido para sacarle todo el dinero posible, Hitchcock quiere que nos caiga mal y lo consigue, su muerte no nos causará turbación alguna, en cierto modo, nos fascinará ver un asesinato tan bien rodado. Hitchcock juega con el espectador como tanto le gustaba hacer, provocando que nos adentremos en nuestro lado más oscuro, sintiendo cierta empatía por un asesino.

Escena del partido de tenis

Siempre se dice que el personaje de Bruno tiene connotaciones gays, y es cierto, en aquella época un personaje gay no estaba permitido por la censura, pero Hitchcock siempre se las arreglaba para evadir dicha censura como ya hizo en La Soga, donde se vislumbra de manera bastante clara para la época, una relación homosexual entre los protagonistas.
Es curioso también el papel de la madre de Bruno, no aparece demasiado pero por lo poco que vemos de ella, sabemos que es una persona con algún problema mental, nadie con la cabeza en su sitio podría pintar el cuadro que ella le enseña a su hijo en una escena, siente predilección por Bruno y Bruno por ella, se intuye una relación madre-hijo algo enfermiza, que puede ser el verdadero motivo por el que Bruno quiere acabar con su padre, que sería un estorbo en esa relación.

En Extraños en un Tren podremos disfrutar del mejor cine de Hitchcock y de la actuación de Robert Walker que hizo un buen trabajo con un personaje que tiene muchos matices, ésta fue su penúltima película, ya que murió meses más tarde antes de acabar la que fue su última película que tuvo que ser completa con escenas descartadas de Extraños en un Tren.
Patricia Hitchcock, hija de Alma Reville y el director, trabaja en esta película interpretando un papel bastante importante y lo hace bastante bien, sin embargo nunca se dedicó a la actuación seriamente, tan sólo apareció en pequeños papeles en Psicosis y Pánico en la Escena. 
Y por supuesto, no puede faltar el cameo del director de oronda figura… esta vez aparece entrando en el tren con la funda de un instrumento tan grande como él.

En el libro “El Cine Según Hithcock”, imprescindible para cualquier cinéfilo, el director habla sobre la película con Truffaut y nos cuenta cómo en la escena de la escalera, utiliza un momento de suspense con el perro para hacer que el espectador no piense en lo que va a hacer Guy en el dormitorio, nos distrae haciendo que nos preocupemos por cómo va a evitar que el perro le muerda y no pensamos en lo que de verdad importa. Por cosas como esta Hitchock era una maestro no sólo del suspense, sino también del cine, sabía perfectamente cómo manejar todos los recursos que tenía a su disposición para influir en cómo el espectador vería la película y lo que sentiría en cada momento.