Extraños íntimos

Publicado el 12 noviembre 2021 por Ildefonso67

Faltan apenas unos minutos para las nueve de la mañana, o quizás ya se ha doblado esa esquina tras la que debo recluirme en una oficina durante las próximas horas. El vagón del Metro reproduce el cuadro habitual de gente que mira las pantallas de sus móviles. Estación de Colombia. Las puertas se abren automáticamente y yo me apeo del mismo modo.

De pronto, un hombre joven, un chaval que podría ser mi hijo, que sale tras de mí me habla con timidez. “Perdone (me habla de usted), quería decirle que me gustó mucho el libro”, me dice, señalando la novela que llevo en la mano. Sorprendido, reconfortado, agradecido, le respondo que a mí también me está encantando, que me hace feliz que comparta conmigo esa emoción.

El libro es ‘Panza de burro‘, obra de una chica muy joven, Andrea Abreu. Lo descubrí por casualidad, curioseando en una librería, y lo compré seducido por su portada y su sinopsis. Es una joya, tanto en su lenguaje como por la historia que cuenta.

No me extraña que aquel chaval se atreviera a romper el aislamiento del viajero esa mañana. El libro lo merece, y aquel lunes o martes se volvió casi un viernes de repente gracias a esa osadía que yo alguna vez quise tener sin encontrar valor para ello.

Acudo a otro libro maravilloso, El infinito en un junco, de Irene Vallejo, que describe por mí esa sensación de felicidad compartida, de comunicación íntima entre lectores desconocidos pero tan cercanos:

“Somos los únicos animales que fabulan, que ahuyentan la oscuridad con cuentos, que gracias a los relatos aprenden a convivir con el caos, que avivan los rescoldos de las hogueras con el aire de sus palabras, que recorren largas distancias para llevar sus historias a los extraños. Y cuando compartimos los mismos relatos, dejamos de ser extraños“.