Extraordinaria concentración de chorlito dorado ("Pluvialis apricaria") en el estuario del Miño

Por Felixyloslobos
Ayer se anunciaba la llegada de la borrasca Emma a Galicia, con rachas de viento de hasta 100 km por hora y generosas precipitaciones. Un contratiempo para muchas especies de aves, que tras soportar los fríos en sus áreas de invernada, inician ahora el viaje hacia el norte, hacia sus cuarteles de cría.
Quizá por esta razón, un nutrido bando de chorlitos dorados (Pluvialis apricaria) se vio obligado a realizar un "aterrizaje de emergencia" sobre el verde y despejado manto del campo de fútbol de A Canosa, en O Rosal.
Pasadas las 17:00 h. de la tarde, pude observar un ya de por si numeroso grupo de 60 píldoras douradas, al que decidieron unirse tres gaviotas reidoras y dos preciosas avefrías, cada vez más escasas en el estuario del Miño... Tres cuartos de hora después, un nuevo contingente de 40 chorlitos tomaba tierra sobre la hierba de A Canosa. En ese momento, el terreno de juego se había convertido en una suerte de santuario ornitológico. ¡Más de 100 ejemplares se congregaron allí para alimentarse y descansar!

Chorlito dorado atrapando una lombriz de tierra. //El Naturalista Cojo


Bajo la atenta mirada de las reidoras, los dorados peinaban cada centímetro cuadrado en busca de lombrices. No desaprovechaban las gaviotas la ocasión de abalanzarse sobre las pobres limícolas, que no tenían nada que hacer frente al mayor tamaño y agresividad de sus vecinas. Las disputas se sucedían también entre los propios chorlitos, que desplegaban un característico display intimidatorio ―ahuecando las plumas y cargando con cuello y pico estirados― con la intención de robar alguna lombriz.
Sobre sus cabezas, el blanco elanio azul realizó varias y fugaces pasadas, provocando la estampida general.  Agudos reclamos de alerta y reflejos de oro tomaron entonces los cielos... ¡Un espectáculo increíble! No tenía la rapaz objetivo de irrumpir en la bandada, pues su dieta se basa fundamentalmente en reptiles y pequeños mamíferos.
Pasado el peligro, las aves regresaban... No tenían tiempo que perder. Debían hacer acopio de energía y recuperar fuerzas antes de continuar su migración, cuando las condiciones meteorológicas lo permitan.
No es habitual la presencia en el Baixo Miño del chorlito dorado. Aparece sobre todo en los pasos, siempre en escaso número. Mucho más abundante, el chorlito gris, cercano pariente, visita regularmente nuestras playas y marismas, donde puede ser visto en compañía de zarapitos, chorlitejos y correlimos.

Chorlitos dorados en el campo de fútbol de A Canosa. //El Naturalista Cojo


Los chorlitos dorados lucen un preciso plumaje "bañado en oro".
//El Naturalista Cojo