El Gobierno y sus medios informativos afines acusan a la extrema derecha de haber organizado los multitudinarios abucheos a José Luís Rodríguez Z. del 12 de octubre, la misma efemérides en la que él se sentó ostentosamente ante la bandera de EE.UU.
Los silbidos y abucheos inacabables fueron la noticia de la última Fiesta Nacional, término que Zapatero evita usar al hablar solamente del Día de las Fuerzas Armadas, que es en mayo, y de la Hispanidad.
Una omisión y un error que quizás origine protestas, además porque sigue creyendo discutible y discutido el concepto de Nación española, mientras apoya explícitamente que lo sea Cataluña.
Era imposible que los muchos millares de personas que asistieron al desfile fueran todas de extrema derecha, cuyos militantes caben actualmente en un par de autobuses.
Parecía más bien que las protestas eran, en parcialmente, una venganza de militantes del PP por lo que le hizo Zapatero a Aznar y sus gobiernos convocando por SMS en fechas electorales enormes manifestaciones ante sus sedes, que terminaban con insultos y, a veces, con sus dirigentes huyendo.
Pero también protestaban, quizás la mayoría, muchos electores de Zapatero, defraudados y engañados porque les prometía el Paraíso y les da los infiernos de Dante.
Derrochaba como manirroto la Hacienda pública, y ahora cosecha paro y gente hurgando entre las basuras.
Los medios de izquierda, que manejaron la opinión pública durante décadas, perdieron influencia y acusan de extrema derecha a los nuevos competidores que recogen el disgusto general.
Quizás haya derechistas, pero ninguno parece golpista ni antisemita, y tienen tanto derecho a expresarse como la izquierda, algunas veces extrema, que dirigía a los españoles como a un rebaño.
Ahora, el Gobierno quiere cambiar el protocolo del 12 de octubre. Sería mejor que su Caudillo no montara desfiles esperando aplausos, como al principio de sus mandatos.