Extremos, otra vez la misma historia?

Publicado el 15 noviembre 2016 por Salva Colecha @salcofa

Ir quitando peso a la Historia en el cole puede tener unas consecuencias mucho más lamentables de lo que se pensaba. Vale que recordar y memorizar como un papagayo la lista de los reyes Godos igual no tenía demasiado interés (no lo se, no la memoricé jamás ni intentaron que lo hiciese) pero conocer los avatares por los que hemos pasado si resulta necesario, aunque sea un poquito, más que nada para no ser unos descerebrados y saber por donde tiramos y a donde puede llevarnos el camino este que nunca parece en los GPS pero que a nuestros abuelos les sonaba. Igual es porque me confieso un loco de la Historia, pero que alguien me diga si no necesitamos eso, saber que nos ha pasado antes, aunque sea para saber un poco donde estamos y  no caer en el mismo agujero, pero bueno, ya están los planes de estudio estos para quinarme esa idea de la cabeza.

Ahora que tenemos a Trump dando saltitos de alegría, a Marine LePen frotándose las manos y a los extremistas en el gobierno de media Europa andamos buscando a ver si entendemos que ha pasado para que, de repente, occidente se haya vuelto medio loco y se haya puesto a votar xenófobo. Muchos creen ver que la historia nos ha llevado de nuevo a los años 30 y nada más oir esto nos salta a la cabeza un hombre enclenque con bigote (subrayo lo de enclenque, no vayamos a pensar en otro bigote vigoréxico de las Azores). Temer estar viviendo de nuevo esta situación, puede que sea un tanto exagerado (todavía, pero nos vamos acercando). Pero ahí está la comparación y esas frases en oidos de los que nunca tuvieron noticia de lo que nos ocurrió por aquellos tiempos puede ser algo muy peligroso. Tanto como que acabemos tomando el mismo camino de desesperación que nos lleva a la autodestrucción. Esperemos que no, pero hemos olvidado tanto…

Cuando las cosas van bien nadie se acuerda de los desgraciados. Nadie quiere mirar a los desfavorecidos a no ser que sea, generalmente (y generalizar es malo) para comprar algo de buena consciencia o para exhibir lo rico que se es aportando (siempre delante de los medios de comunicación) una cantidad indecente de dinero. Parece cruel pero en ocasiones sucede así porque casi siempre la verdadera solidaridad se da entre personas a las que no les sobra nada y no necesitan salir por la tele. El problema llega cuando la desgracia sacude las vidas de aquellos que no estaban previstos en el guión. Entonces es cuando los “ex-pudientes” se movilizan (antes no, que para ellos eso de “quejarse” era “de pobres”) y  como aquí nadie se acuerda de lo que ya nos ha ocurrido, salen a las urnas a buscar culpables. Judios, inmigrantes, negros, altos, feos, guapos.. lo que sea según venga al caso, la cosa es buscar a quién tirar el muerto de que las cosas se han torcido y hacerles pagar el pato.

Así crecen los fantasmas y vemos amenazas y barricadas donde no las hay, como Don Quijote veía molinos, cada vez más y más grandes. Así nace la fuerza de los extremos radicales, crece en silencio, mina la voluntad del que se acerca y cuando nos damos cuenta, ya es tarde, ya se ha metido en el corazón de nuestras instituciones dejando tocado nuestro orden democrático para siempre. O peor todavía, pudriendo nuestros corazones, haciendo que aceptemos podas de derechos totalmente inaceptables que nos hacen perder nuestra condición de humanos. Es entonces cuando los verdaderamente poderosos se quitan la careta y se cobran sus créditos.