Dónde están aquellos geniales paladinesde la dictadura proletaria,
que filtraban cada una de nuestras sombrasexigiéndonos la vida en cada meta.
Tejían en torno mío aquellas reuniones afligidas donde calcinaban mi cerebro y hacían la fiebre de mis ojos,
mientras un mineral extraño delimitaba, cual mandato divino, mis fronteras y posibles.
Qué flaqueza aquella de las contenciones
torciendo mis sostenes ideológicos
que se maceraban en una zona de silenciosburbujeantes entre viejas dudasy nuevas confusiones sombreadas de infortunios.
Faltó fraternidad y lucidez,en tiempos de concordia,para que no proliferaran las dobleces
que extinguen los principios éticos. Lo victimario, que se oculta en los dogmas,impuso su órbita severay nada pudo ser amigablefuera de su torbellino.
Pichy