Seguramente no será hasta mañana, cuando empiece una nueva semana, el momento de que asistamos a las primeras "bombas" del verano en forma de un cambio de aires de algunos de los agentes libres estelares. Mientras éstos siguen reuniéndose con sus múltiples pretendientes, lo que estamos viendo son fichajes menores o en todo caso renovaciones millonarias de algunos jugadores importantes.
A pesar de no estar en primera línea de la información, Dirk Nowitzki y Paul Pierce eran dos de los nombres más atractivos en este mercado de agentes libres. Los dos tenían un último año opcional con sus respectivos equipos (superando los 20 millones en ambos casos), y los dos optaron por renunciar a ese año y salir al mercado. Sin embargo, en ningún momento han sonado con fuerza para reforzar a otras franquicias, puesto que su edad (32 años) y sobretodo la enorme competencia podrían poner en peligro la adquisición de un contrato conforme a sus expectativas.
Y además, claro está, hay que tener en cuenta el interés de sus propios equipos en mantener a unos jugadores que han sido su emblema durante más de una década. Tanto Dallas como Boston son dos equipos veteranos, con escaso margen salarial y por tanto con la urgencia de pelear por el Anillo a cortísimo plazo. Así pues, han pensado que los experimentos mejor hacerlos con gaseosa y gastarse el dinero en retener a sus jugadores franquicia, que en ambos casos (y casi con toda probabilidad) acabarán sus carreras en el único equipo que les ha visto jugar en la NBA.
Paul Pierce llegó ayer a un principio de acuerdo con los Celtics para renovar por las próximas cuatro temporadas por un total de 61 millones de dólares. Durante unas horas hubo un poco de incertidumbre, centrada en el último año de contrato, que el jugador quería garantizado pero que Boston ofrecía opcional. Finalmente, ese cuarto año del acuerdo será garantizado, y el capitán de los Celtics se ligará durante otras cuatro temporadas al equipo que ha liderado en los últimos doce años. Ahora, el principal quebradero de cabeza en Boston es resolver el futuro de Ray Allen, la única pieza importante en el esquema del equipo que queda en el aire, ya que es segura la continuidad de Pierce y el regreso del coach Doc Rivers. Incluso algunas fuentes señalan que Rasheed Wallace podría estar reconsiderando su decisión de retirarse.
Un caso prácticamente calcado al de Pierce en Boston es el de Nowitzki en Dallas. El ala-pívot alemán ha cumplido doce temporadas en el equipo tejano, del que es máximo anotador y reboteador histórico pero al que le falta coronarse como campeón para poner la guinda a una carrera estelar. El nuevo acuerdo de Dirk con los Mavericks es también por cuatro temporadas, pero asciende por encima de los 80 millones de dólares, incluyendo además una cláusula que impide salir traspasado. Por tanto, Nowitzki jugará en los Mavs hasta el final de su carrera. El problema en Dallas es que están por encima del tope salarial, y tienen por tanto muy poco margen de maniobra para rodear a Dirk que una plantilla capaz de aspirar a todo, aunque aún así poseen un roster que ya quisieran muchos equipos.
Por último, nos haremos eco del fichaje de Steve Blake por Los Angeles Lakers. En principio, parece un gran movimiento para los campeones, que adquieren a bajo precio (16 millones por 4 años) a un jugador con unas características que encajan a la perfección en el sistema del triángulo ofensivo de Phil Jackson: Blake es un base que prefiere distribuir a penetrar, pierde pocos balones, tiene altura para defender y un tiro bastante fiable desde la larga distancia. Su llegada implicará la salida de Jordan Farmar, y seguramente compartirá minutos en el puesto de base con un Derek Fisher al que los Lakers tienen la intención de mantener en su plantilla.