No quisiera ser desconfiado, pero tampoco quiero que mi identidad pueda sin más ser manejada casi por cualquiera. Esto puede suceder, como es sabido, por "estar" en Facebook. Un estar que en muy buena parte, guste o no, implica que -además de "usuarios"- somos también, con nuestros datos, un producto o mercancía*, del que realmente vive (y muy bien por cierto) Facebook.
El "reconocimiento facial" es algo relativamente nuevo en la red, aunque lo hayamos visto ya (en una versión avanzada, de claro control policial o delincuencial de la imagen) en casi todas las series de televisión y películas policiales.
Pues bien, algo semejante a eso, queda abierto -por defecto- en Facebook. El caso es que la cuestión aparece como algo normal y casual, ante la que prácticamente nadie podría quejarse, porque se presenta como un servicio y una ventaja más de la plataforma, fruto de una bien organizada oficina de marketing. Pero el caso es también que en principio queda claro que el servicio y la ventaja es para el usuario, cuando de entrada lo es para Facebook.
Sólo a través de una especie de búsqueda del tesoro en nuestra propia cuenta de Facebook podemos desactivarlo (si es que así lo queremos).
Recomiendo a quien así quiera hacer -como acabo de ejecutar yo mismo, y puede verse en la imagen- siga las precisas indicaciones de mi buen amigo Francesc Pumarola, en su blog "Gugleando por la red": Deshabilitar la opción “Sugerir fotos mías a mis amigos” en Facebook.
De este modo, al menos, podemos recuperar el respeto de nuestra privacidad, que -por defecto- Facebook se empeña en no respetar. Cuando sería de esperar lo opuesto. Al menos, desde mi punto de vista.
* Quien esté interesado en el asunto, puede leer, por ejemplo, el libro de Siva Vaidhyanathan (profesor de Media Studies y Derecho en la Universidad de Virginia) The Googlization of Everything: (And Why We Should Worry).
Además del sitio web sobre este libro, puede verse un interesante y breve comentario en Googlization.