Facebook, una lección para México

Publicado el 06 julio 2012 por Josecarbonell

“Por un mundo más conectado y abierto”, fueron las palabras que pronunció Mark Zuckerberg el pasado viernes 18, día en que debutó Facebook en la bolsa de Nueva York. A estas alturas la red social y su fundador son conocidos por todo el mundo y no necesitan mayor presentación.

Zuckerberg acaba de cumplir 28 años. Creó Facebook hace ocho años, cuando era un desconocido estudiante universitario, en su dormitorio de Harvard. La compañía ahora vale cerca de cien mil millones de dólares. Su patrimonio personal se calcula en más de 20 mil millones, lo que lo coloca en el lugar número 22 de la lista de multimillonarios elaborada por la revista Forbes. La fortuna también alcanzó a un puñado de amigos, cofundadores de la red social. El común denominador es que la mayoría fueron compañeros universitarios y no alcanzan todavía los treinta años.

Actualmente Facebook está disponible en 70 idiomas, tiene cerca de 3,600 empleados y más de 900 millones de usuarios fieles. Si fuera un país sería el tercero más poblado y contaría con uno de cada ocho habitantes del planeta.

Nada mal para una empresa que hace ocho años ni siquiera existía.

La pregunta que debemos plantearnos de cara al futuro es ¿porqué no surgen este tipo de compañías y de innovaciones en México? Nuestras grandes empresas son viejas, alérgicas a la competencia y a la innovación, y en algunos casos terriblemente improductivas.

Para encontrar la respuesta no hay que rascar mucho. Sobran candidaturas: nuestro bajo nivel educativo y un sistema que privilegia la memorización mecánica por encima de fomentar la investigación y el pensamiento crítico, burocracia y reglamentación sin fin que ponen trabas en lugar de apoyar a los particulares, la escasa inversión en innovación y desarrollo, los nulos recursos y créditos para los emprendedores y las pequeñas empresas (inexistencia de fondos de capital riesgo, por ejemplo), el poco acceso –y con precios muy elevados– en sectores primordiales como telecomunicaciones o Internet, y un largo etcétera.

Sin embargo, si bien todos estos factores son ciertos e influyen poderosamente, en el fondo la explicación hay que buscarla en la forma piramidal y apegada al ogro filantrópico en la que históricamente nos hemos organizado.

El deporte nacional se llama “captura de rentas”. En este país, la energía y el talento de gran parte de nuestros emprendedores se utiliza para conseguir contratos o concesiones del Estado (incluidos burócratas, sindicalistas o coyotes). Es decir, en lograr un pequeño feudo monopólico, protegido de la competencia, y no en ser más productivos y generar mayor valor económico.

El resultado es que estos personajes acaban imponiéndonos elevados costos al resto, en forma de menor calidad y mayor precio de bienes y servicios en sectores estratégicos –como energía, crédito o telecomunicaciones–. Así, no existe la necesidad de innovar, de crear nueva tecnología, de mejorar sus servicios o de ser más eficientes.

Como dijo Harinder Kohli, “si México quiere avanzar debe privilegiar un sistema basado en méritos, y no en linaje; un sistema social fundamentado en que debe prosperar aquel que logra más, y no quien pertenece a tal o cual familia.”

Publicado en SinEmbargo.mx, 28 de mayo de 2012.