Falla de San Ramón: Una amenaza sísmica para Santiago de Chile

Publicado el 02 noviembre 2020 por Joseantortega

La falla geológica situada en la zona oriente de la capital chilena, representa una amenaza para, al menos, 3 millones de personas. Se encuentra a tan sólo 5 kilómetros bajo la superficie terrestre y cuenta con una extensión de 25 km. en sentido norte-sur.

San Ramón está ubicada entre los ríos Mapocho y Maipo, cruzando las comunas de Vitacura, Las Condes, La Reina, Peñalolén, La Florida y Puente Alto. Incluso se cree que se prolongaría a Lo Barnechea y Pirque.

Pero sería Puente Alto la comuna que tendría más daños con un 61,8% de su población, le seguirían Las Condes con 55,4%, Peñalolén (39,6%) y La Florida (34,6%). La devastación incluso podría ser mayor a la ocurrida el 27 de febrero de 2010, cuando un sismo de 8,8 azotó la región central.

Nuevos hallazgos

Un estudio, liderado por Gabriel Easton, geólogo y académico de la Universidad de Chile, analizó el impacto que tendría un evento telúrico sobre la falla. El análisis se hizo sobre la comuna de Peñalolén, lugar donde se construye un condominio sobre la traza de la falla, situación que tiene alerta a los vecinos del sector.

Los estudios, de diferentes ramas científicas de las últimas dos décadas, han evidenciado que esta falla es capaz de generar terremotos de gran magnitud. Uno que podría romper la superficie a lo largo de las decenas de kilómetros en donde se ubica en el piedemonte del frente cordillerano.

“Esto último representa la mayor amenaza: la posibilidad de ruptura o dislocación del suelo, junto a movimientos (aceleraciones) localmente mucho mayores a los que, por ejemplo, produjo el terremoto de 2010 en Santiago”, señala Easton.

Expansión sin precedentes

El estudio publicado por Easton y su equipo, establece que Santiago, donde se encuentra uno de los cordones montañosos más activos del planeta, ha experimentado una expansión urbana sin precedentes en las últimas cuatro décadas.

Inzulza, profesor asociado de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile y parte del equipo, explica que “tenemos georeferenciada la traza de la Falla San Ramón, a lo largo del recorrido entre el río Mapocho y el río Maipo. Y ahora estamos trabajando con comunidades de Peñalolén, para ver su percepción del riesgo de la falla”.

Pablo Salucci, geógrafo de la Universidad Católica, señala que el hecho de identificar esta falla como un elemento “activo”, es decir una falla que puede producir sus propios terremotos, la transforma en una amenaza. “Si observamos el proceso de urbanización que se ha llevado cabo en los últimos 40 años años sobre el piedemonte cordillerano, lugar por donde pasa la falla, observamos un peligro, ya que tenemos a población expuesta a esta amenaza”, explicó.

En el caso de esta falla, los antecedentes publicados por el equipo liderado por Gabriel Easton, sugieren que se trata de una falla con velocidad de movimiento lento, aproximadamente de 0.4 mm/yr. Además su último evento geológicamente reconocible “ocurrió hace 8 mil años y el anterior hace 17 mil años”, señala González.

Normativa sísmica y Plan Regulador

A partir de los mapas realizados a través de imágenes satelitales, “estimamos que alrededor de un 55% de la traza de esta falla se encontraba urbanizada”, señaló Easton. Esto implicaría que hay cerca de 1,7 millones de personas viviendo literalmente sobre la falla.

“Hasta 1960 la ciudad de Santiago se planificaba de forma principalmente supeditada al valle central; desde 1979 en adelante esta concepción cambió, se incorporó una visión distinta del uso del suelo que implicó la ampliación del territorio urbanizable hacia el piedemonte cordillerano, con un desarrollo cada vez mayor sobre la falla”, añade Easton.

Easton explica que “la falta de regulación específica en este aspecto [de los sismos corticales] sin duda ha sido un factor importante, sumado a que el conocimiento de su naturaleza y la demostración de su actividad es muy reciente”.

El estado como activo propiciador del estudio

El avance en el conocimiento de la Falla San Ramón ha sido en buena medida propiciado por iniciativas desarrolladas junto a organismos del Estado. “Se destaca en ello el estudio ‘Riesgo y modificación PRMS Falla San Ramón’ (2012), desarrollado para el Minvu, gracias a lo cual pudimos demostrar el carácter activo de esta falla a través de un estudio paleosismológico”, señala Easton.

Más recientemente, “el proyecto ‘Monitoreo sísmico y potencial sismogénico de la Falla San Ramón’ (2019), desarrollado gracias a la Subsecretaría del Ministerio del Interior y Seguridad Pública a través de la ONEMI, permitió incrementar notablemente las capacidades de vigilancia sísmica de esta estructura geológica por parte del Centro Sismológico Nacional (CSN)”, añade Easton.

Easton argumenta que “ahora falta que los instrumentos normativos”. Espera que esto “consideren la posibilidad de un terremoto mayor en el futuro, tal como los que hemos evidenciado a partir del registro geológico y sismológico”.

Plan Regulador Metropolitano

Es necesario que el Plan Regulador Metropolitano de Santiago (PRMS), “como también los comunales, consideren la Falla San Ramón puesto que, por una parte, es urgente evitar que se siga construyendo directamente sobre su traza (ubicación en superficie)”, dice Easton.

Salucci señala que “debemos avanzar en los posibles escenarios que puedan darse”. Considerando que la falla pueda romper uno o varios segmento, o incluso en su totalidad, piensa que “no debiera permitirse que se siguiera densificando la precordillera, y el segmento que no está urbanizado debiera protegerse y convertir esa zona en parque, de manera de disminuir el riesgo y “amortiguar” los impactos de un posible terremoto a causa de la falla”.

En el mismo sentido, sería oportuno que la normativa sísmica se abriera a incorporar ésta y otras fallas corticales, “asumiendo que ocurrirán terremotos en estructuras activas, más que a través de un enfoque fundado en la probabilidad de ocurrencia de los mismos”, finaliza Easton.

El estudio plantea la necesidad de avanzar en los vacíos normativos, a través de la articulación de la amenaza sísmica natural con el medio urbano, como base para la reducción del riesgo de desastres y un desarrollo sostenible que considere además las inequidades de la urbe.