El pasado día 5 cumplía 99 años, última proeza de Andor Lilhientahl, el último de los 27 grandes maestros que estrenaron el título en 1950, cuando fue creado por la Federación Internacional de Ajedrez. El jugador, nacido en Moscú en el seno de una familia húngara -su madre era cantante de ópera-, falleció ayer en Budapest de jaque perpetuo, tras una larga enfermedad.
Andor Arnoldovich entrenó a dos campeones mundiales, Petrosian y Smyslov, ayudó a Fischer como confidente y amigo y conoció al resto, salvo a Steinitz. En el mítico café Regence, de París, derrotó a Alekhine por 3 a 1 en cuatro partidas rápidas. También venció a Capablanca, Lasker, Botvinnik y Smyslov.
El siglo XX le dio tiempo a casarse tres veces. Descubrió a Zhenechka, quien sería su primera esposa, entre el público del torneo de Moscú, en 1935. «Abandonaré si no me presentan a esa mujer», amenazó a los organizadores. Estuvieron juntos medio siglo. Le sobrevive Olga, su última conquista, tres décadas menor que él.
Con noventa y tantos años todavía conducía su Toyota y escribía una columna sobre el juego. «Cuando me preguntan por qué mantengo la lucidez, contesto: el ajedrez me ha ayudado».
Reproduce la partida Lilienthal,A - Capablanca,J [E24]Hastings 3435 Hastings (5), 12.1934