De un tiempo a esta parte, parece como si en los últimos años hubiera una cascada de muertes dentro del mundo de la música, que están sucediéndose unas detrás de otras sin solución de continuidad. En este aspecto todo comenzó más o menos con Lemmy Kilmister, líder de Motörhead que se iba el 28 de diciembre de 2015, que muchos pensamos en la inocentada al inicio, pero no, a los 70 años nos dejaba un icono absoluto. A partir de ahí se sucedieron David Bowie el 10 de enero de 2016, Glenn Frey de los Eagles ocho días después del Duque, Black el 26 de enero, Paul Kantner de los Jefferson Airplane el 28 de aquel fatídico mes, Prince el 21 de abril de ese mismo año... En 2017 la cosa no mejoró ni mucho menos, el 18 de marzo se iba Chuck Berry a los 90 años, luego la extraña muerte de Chris Cornell el 18 de mayo de aparente suicidio aunque no está aclarado, después su amigo Chester Bennington cantante de Linkin' Park el 18 de julio, en circunstancias extrañas también, Tom Petty el 2 de octubre y Malcom Young de AC/DC el 18 de noviembre pasado... y ahora volvemos al nefasto mes de enero y ayer salta la noticia de que la cantante de The Cranberries, Dolores O'Riordan muere de manera inesperada y fulminante en Londres donde estaba para unas pequeñas grabaciones en el estudio.
Y por otro aquel temazo que era Promises de 1999 del Bury the Hatched.