Más allá de su enorme colección de galardones y de su triunfo en prácticamente todos los festivales de prestigio, e incluso por encima de títulos como Noche y Niebla, Muriel o Providence, el realizador Alain Resnais (Vannes, 1922), que ha fallecido hoy en París, a los 91 años, será recordado por hacer honor a la palabra "cineasta". No sólo por ocuparse de los tres pilares de la cinematografía en sus películas, como son la guionización, la dirección y la edición, sino por construir por completo su propio medio de expresión. Y es que Resnais, junto a ilustres como Francois Truffaut o Eric Rohmer, cansados del punto muerto en el que estaba sumida la escena a mediados del siglo XX, decidieron traer la gran revolución a la pantalla con la corriete Nouvelle Vague, desafiando a la industria, a la audiencia e incluso a las grandes superpotencias.
Desde que analizara los horrores de los campos de concentración nazis en Noche y Niebla, pasando por su apoyo a artistas de la talla de Picasso en cortos como Guernica (completo, aquí), hasta su carta de amor al arte como solución para los mayores horrores de la época en Hiroshima Mon Amour, Resnais fue un ejemplo de evolución en talento y compromiso. El Año Pasado en Marienbad es el mejor ejemplo de su definitivo abrazo del surrealismo, mientras que fue con Mi Tío de América, protagonizada por Gerard Depardieu en 1980, cuando Resnais se consagró también como un director que gozaba del apoyo del público. Su último trabajo fue Aimer, Boire et Chanter, que se alzo con el Premio de la Crítica Internacional FIPRESCI hace tan sólo unas semanas.