Cuesta saber por dónde empezar a la hora de escribir estas lineas ante el estupor que nos ha provocado la noticia. Si ya hace unos meses veíamos cómo el talento de James Gandolfini se nos iba antes de tiempo, la ocasión se repite sobretodo en su difícil comprensión. Philip Seymour Hoffman era un viejo conocido de la clínicas de rehabilitación por sus habituales entradas y salidas a causa de sus adicciones a los medicamentos y a la heroína. Sin embargo, se planteaba complicado prever este final cuando el cuerpo del actor de 46 años ha sido encontrado en su apartamento situado en el neoyorquino barrio de West Village, presumiblemente fulminado por una sobredosis según indican las primeras informaciones.
Nuestra despedida completa y un repaso a los logros de este titán de cuerpo "querubinesco", talante bohemio y genio sin sombra de duda, tras el salto.
El actor estadounidense, con más de 50 títulos en su agenda, consiguió a lo largo de su carrera el preciado Oscar por su extraordinaria interpretación en Capote. Tres veces más logró estar nominado, por La Guerra de Charlie Wilson, La Duda y por su extraordinario papel en The Master el año pasado. En el teatro también consiguió triunfar como actor y director, obteniendo dos nominaciones a los premios Tony por las obras True West (2000) y Long Day´s Journey into Night (2003).
En su agenda más inmediata, Seymour-Hoffman tenía ya rodada su participación en la tercera entrega de Los Juegos del Hambre tras debutar en la segunda. También tenía en cartera el thriller A Most Wanted Man, basado en la novela de John Le Carré, y preparaba el estreno de su propia serie de televisión, Happyish.
Sin duda, la peor noticia con la que podíamos terminar la semana, con la despedida de uno de los más grandes y consagrados de su generación, inmenso incluso en participaciones tan poco exigentes como las de Misión Imposible III, El Dragón Rojo o Entonces Llegó Ella.