Familias cambiantes

Publicado el 24 noviembre 2019 por Carlosgu82
En 2012 se llevó a cabo en España el VI Congreso Mundial de Familias, que culminó con la Declaración de Madrid. Uno de los artículos de ese documento dice: “La familia natural es un elemento fijo del orden creado, arraigado en la naturaleza humana, y no puede convertirse en una realidad de nueva creación, ni puede ser redefinida por los entusiastas de la ingeniería social”. Me extraña que un congreso al que asistieron psiquiatras muestre ese retorno al fijismo. No existen elementos fijos derivados de una naturaleza humana, pues si tuviéramos una naturaleza o esencia fija, no podríamos adaptarnos a nuevas circunstancias. La declaración carece del más elemental sentido histórico y ambiental. Cuando hay mucho espacio, incluso cuando una especie está amenazada, las hembras producen más crías. Unas hembras leopardo empezaron a tener dos crías cuando lo normal era una, porque la especie estaba disminuyendo. En los zoológicos cuesta que los animales tengan crías. Más bien desarrollan neurosis. Ese comportamiento anómalo fue observado por Desmond Morris, autor del Zoológico humano, exitoso libro de los años 70 del siglo pasado. El estudioso comparaba nuestras ciudades con un zoológico lleno de jaulas sobrepobladas, donde los animales estaban estresados. Al igual que los animales en libertad, cuando hay mucho espacio y oportunidades de progreso, la gente tiende a reproducirse mucho. Hubo una verdadera explosión demográfica en los años 50 del siglo pasado, después de los 50 millones de muertos de la II Guerra Mundial. Nacieron los famosos «baby boomers». Recuerdo una canción alemana de posguerra, llamada La salsa del amor. Decía «campanas din don din, un nido chiquitín y añádanse tres chiquillos. Os puedo asegurar, no hay método mejor, serás feliz en el amor». Una Europa devastada exigía repoblarse. Hoy estamos sobrepoblados, con casas que parecen jaulas, sin oportunidades de trabajo para nuestros hijos y casi que ni para nosotros. La gente no quiere tener descendencia (así me lo expresaron unánimemente mis alumnas de ética). Las mujeres trabajan y no necesitan casarse para que alguien las mantenga. Quieren realizarse a sí mismas, en su proyecto de vida la maternidad no es prioritaria, como sí lo era para las mujeres de hace 60 años. Se acabó aquella presión social de que si alguien no se había casado a los 29 era porque lo había dejado el tren. No hay una naturaleza humana fija, no somos iguales en todos los tiempos y circunstancias, por tanto, no podemos pedir que la familia de hoy sea igual a la de hace cinco o seis décadas.