Pero los hay más firmes que este anciano. El Mami El Cori Ali, de 73 años y vecino también del campo de Dajla, lamentó a solas y en la distancia la muerte de su madre en 1998. «No fui a enterrarla a El Aaiún, así que hágase usted una idea del odio que tengo a los marroquíes», asegura firme este hombre de pocas palabras. «No volveré jamás allí mientras estén ellos». Ninguno de los miembros de esta familia, que responsabiliza a España de su situación, piensa participar en los programas de vuelos de la ONU. «Nos gusta la paz, pero si es necesario volveremos a la guerra y a morir si hace falta. Todavía me acuerdo del número de mi fusil en el acuartelamiento», de tiempos de combatiente. El Mami es uno de los pensionistas saharauis a los que el Estado español envía una paga mensual. En su caso es de 416,84 euros que recibe en dinero argelino en el campamento Dajla cada cuatro meses. «Salimos de El Aaiún como si fuéramos protagonistas de una de las pelis que veíamos en el cine Las Dunas. Nunca pensé que esto fuera a durar 38 años. Desde entonces contamos el tiempo mes a mes, pero nada». Habla Ali Salem Cherif, nacido en 1960. Al igual que el anciano Mohamed guardó su DNI español, pero en este caso le sirvió para años después reclamar la nacionalidad española, que casi todos los saharauis perdieron en medio de la ocupación marroquí y la caótica salida de las autoridades de Madrid de su colonia. «Vamos a picar un poco de tortilla para matar el hambre», dice al reportero en un castellano rotundo mientras cuenta su vida.
Tres hijas españolas Apenas había dejado de ser un niño cuando salió de El Aaiún el 18 de diciembre de 1975 con otros dos hermanos. «Nos pegamos un mes y pico con los marroquíes», pues la Marcha Verde partió el 6 de noviembre. Con su memoria perfecta recuerda infinitos detalles de su infancia, sus juegos en la calle con el perro Tarugo, la iglesia, la piscina… Pierde la sonrisa cuando recuerda a su hermano mayor, Abdalahi, muerto en la guerra. Sus padres se quedaron atrás. Tres hermanas y dos hermanos permanecen en El Aaiún, adonde viajó el mes pasado por última vez con su pasaporte español, pues no necesita los vuelos de la ONU. Gracias a su victoria frente a la burocracia, las tres hijas de Ali Salem tienen también nacionalidad española. «Es una desgracia que España mantenga su postura tras la equivocación de los Acuerdos Tripartitos», con los que entregó el territorio a Marruecos y Mauritania (que poco después abandonó también). Aunque Ali Salem es capaz de algo tan raro entre los saharauis como la autocrítica: «Fue un error no haber negociado con España».
Fuente: abc.es