Llevo varios años escribiendo una Carta a Los Magos donde pido una Octava de Mahler en Asturias, razonando que tenemos efectivos "en casa" para conseguirla. Parece que parte de la petición me ha llegado y ha sido una "Fantasía hecha realidad" al juntar las dos grandes orquestas asturianas como si de una selección de fútbol se tratase, con un "banquillo" que permitió hacer muchos cambios de efectivos (había unos 120 músicos sobre el escenario) en cada obra para dar "juego" (se mantuvo de capitán / concertino a Andrei Mijlin) y compartir el disfrute por parte de ambas formaciones más el de un público que llenó el auditorio con colas impensables (supongo que la gratuidad influyó), siendo el seleccionador / director del evento el nuevo titular de la orquesta carbayona, el maestro Conti.
Para los melómanos habituales de ambas formaciones, incluso para los primerizos, y como bien escribía Cosme Marina, era "Todo un acontecimiento", y Aurelio M. Seco comenta que ambas orquestas "se tocan", aunque no sean "extremos", esperando que haya más veces aunque esta fuese evidentemente la primera.
El programa lo abría Ravel y su obra pianística instrumentada posteriormente La alborada del gracioso, exigente para cualquier orquesta desde ese inicio en pizzicati (algo indeciso por otra parte), unas maderas melodiosas (siempre ajustadas), la percusión tan "española" (e impecable), metales jugando con las sordinas de trompetas y la redondez de las trompas (bien empastadas), más una cuerda (aunque no fuese "propia") que completó ese caleidoscopio raveliano, todo para encontrar el colorido necesario, de paleta amplia que el talento de todos los músicos participantes, remando en la misma dirección, logró dejarnos una interpretación más que honesta.
Y de Italia nos trajo a Respighi, en cierto modo continuación y contraste de homenajes a los ancestros como hace Halffter, con igual poderío orquestal pero de lenguaje aún más "clásico" en los dos poemas sinfónicos emparentados por la ciudad eterna:
Fontane di Roma, cuatro "lienzos sonoros" a lo largo de un día, ese amancer de la Fuente de Valle Giulia, melodías desgranadas como gotas de agua en el oboe sobre una cuerda acuática, la mañana de la Fuente del Tritón, trompas y triángulo en cascada sempiterna, madera y cuerda donde los remolinos irisantes parecen salpicarnos, el mediodía de la Fontana de Trevi que emerge potente y luminosa, cuerda exigente, viento homónimo y percusión ajustada, para acabar en un atardecer en Villa de Médicis, campanas fuera de escena, carillón acuático, cuerda tramontana y final siempre agradecido, frescos muy bien llevados y constrastados por un director que conoce todos los entresijos de esta partitura.
Al salir escribía en el teléfono "Fartura sinfónica" desde el buen sentido asturiano de comida abundante y rica que suele agradar a propios y turistas. No estaría nada mal una fartura al año, por lo menos, pues ingredientes y de primera tenemos de sobra para nuestra gastronomía (musical).