Fantasía Medieval. Taonos

Por Igork

TAONOS Un relato del Mundo Vamurta La fantasía heroica 2 de 23

Collage, by Igor

   —Mañana despertaré siendo uno de los muy poderosos, gran veguer de la Marca Sur —contestó, sonriendo—. Y déjame pensar… Existe un jardín por el que sí daría mi vida, aunque a veces sus tallos parecen estremecerse si mis pasos se alejan demasiado. Elisabetz rió, removiendo la quietud de la tarde.    —Ve, trata con esos hombres cuyos corazones no conocen el sosiego.    Descolgó su mejor espada, limpia de los adornos que tanto le molestaban. Antes de abandonar el comedor, la miró con ternura y la dejó con el chisporrotear de los troncos como única compañía.
   Su hermano pequeño y los dos guardias aguardaron hasta que el Conde, bajo las altas bóvedas del Salón de Gobierno, lo invistió como nuevo gobernador, ante las miradas inexpresivas de la corte, que veían con cierto desagrado como un pequeño vizconde ascendía en el escalafón nobiliario, olvidando que las artes de aquel joven soldado habían evitado que buena parte de sus tierras fueran pisoteadas por las pezuñas de las bestias. Notó el peso del cetro sobre sus hombros, a la vez que las palabras mucho tiempo atrás escritas, eran pronunciadas de nuevo para otorgarle poderes y tierras.
   —Aquí. Aquí debe llegar nuestro brazo y abrir el paso de Hamamel. Una vez esta puerta sea abierta, los hombres grises podrán alcanzar los mares occidentales y alargar su mirada a un mundo, que hasta hoy, ha permanecido velado. Los mercaderes de Vamurta abrirán sus ojos y en ellos refulgirá el oro.    Los deseos del Conde no sorprendieron a nadie, pues los nobles y oficiales reunidos alrededor de la mesa, sospechaban las intenciones del primero de ellos y de su hermano. La joven Condesa, permanecía inusualmente callada, detrás de su marido.    —Señor, los padres de nuestros padres intentaron tomar el paso y establecer un asentamiento fortificado cerca de las gargantas. No volvió ninguno —apuntó Erdit, el gobernador de la Marca Norte.    —Las Gargantas del Diablo…—recordó el Conde—. Tribus de montañeses, nada más. ¿Los teméis, Erdit?    —Temo perder el favor de mi señor. Por eso os aviso, para evitar los males de un lugar donde nuestros dioses no han llegado.    —Gobernador, esas son historias del pueblo para evitar la verdad —respondió el hermano menor del Conde—. La verdad es que los nuestros fueron emboscados y masacrados por un atajo de bárbaros que habitan en los bosques, que no reconocen nuestro dominio, nuestra civilización. Nada más, no hay hechos mágicos en una trampa.    Erdit, que no contaba con el favor de Ermesenda, la Condesa, ni con la aprobación de parte de los miembros del Consejo, guardó silencio, y con él se acallaron las voces de la memoria. Los jóvenes tomaban la iniciativa.
Segundo fragmento del relato. Faltan 21 por publicar.

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