Pues eso. Desde hace unos días los interesados y los casuales pueden encontrar el número de Enero de 2012 de la revista Scifiworld, bajo cuya cabecera me encargo de una, aunque no lo parezca, breve panorámica incompleta, imposible de otra manera, sobre la edad de oro del cine Australiano entre 1970 y 1985. Un intrincado breviario que pretende explicar un cine de especial sensibilidad fantastique que nacía, como tal y como industria, en esa época y en el cual las diferentes corrientes, la puramente fantástica, el thriller, el retrato social/costumbrista,, la ozploitation… están imbricadas las unas en la otras, potenciándose, complementándose, intercambiándose. Personalidades conocidas y otras por conocer, creadores singulares, tipos con
Empiezan así:
“*En 1975 Picnic en Hanging Rock lo cambió todo. Peter Weir establecía algo insólito, al colocar a una industria y a un cine prácticamente nacientes ante la necesidad de revisarse a si mismos. Supuso una quiebra a todos los niveles que desde elementos formales presentes ya en Walkabout (Nicolas Roeg, 1970) presentaba una enunciación del lenguaje y la forma, singular, genuina, hoy perfectamente reconocible del fantástico australiano y provocó “(…) un debate que perdura dentro de la industria cinematográfica australiana (…) centrado en que tipo de películas debería producir la industria, de que manera competir con las películas extranjeras, principalmente las de Hollywood. A menudo, los términos del debate han sido constreñidos dentro de una dicotomía artificial: un bajo presupuesto «indigenista», «neorrealista» frente a un cine «Atlantista», el cine internacional.” (…)”
Sigue así:
(…)Choques de culturas, paisajes vivientes, sonidos subliminales. Lo telúrico, lo onírico, lo metafísico. El misterio y los símbolos. Una forma de entender lo fantástico, como hecho y como ficción, puramente australiana. A partir de este punto y de estas directrices maestras el género y la cinematografía del país viven su edad de oro particular a lo largo de una fértil década. Un cine con una concepción fascinante del espacio, del territorio y de lo fantastique, de tal pregnancia que incluso aparece en películas desligadas por completo de cualquier pertenencia genérica. Determinada por su uso dramático, prácticamente existencialista, del paisaje y del clima. Una fisonomía externa que es en realidad una manifestación interna, de índole lírica y espiritual.(…)”
Y termina aproximadamente diez ilustradísimas páginas después al coste de 3’20 euros.