"La vida es un chiste". Eso le dice la empleada de la carnicería, Noreen Vanderslice (Emily Haine), a su compañero Ed Blomquist (Jesse Plemons), para desesperación de este. La actitud abstraída de Noreen acompaña una fisonomía de niña inocente que hace sorprendente que rompa su habitual silencio -su única frase había sido "Ok then"- para soltar una cita de Albert Camus. Entre las manos pequeñas de Noreen vemos lo que podría ser una copia de El mito de Sísifo (1942). Noreen afirma -siguiendo al filósofo- que la existencia es absurda porque el único final posible es la muerte. Lo que decía Camus era algo así como que el orden de los factores no altera el producto: la suma de nuestros actos -buenos, malos, irrelevantes o épicos- siempre dará como resultado la nada. ¿Para qué se esfuerza entonces Ed en tener un negocio propio, un hijo o un matrimonio feliz? Este es el sentido de la advertencia que hacía Lou Solverson (Patrick Wilson) -en el capítulo anterior- a Peggy (Kirsten Dunst) y al propio Ed, cuando les decía "Ya estáis muertos, pero no lo sabéis". Para Camus, la conciencia de la muerte equivale a un "despertar".
El regalo de los reyes magos es el título de este episodio, tomado probablemente de un relato corto -del escritor estadounidense O. Henry- en el que una pareja sin dinero decide vender su bien más preciado para comprar un regalo al otro. Ella vende su pelo para comprarle a él una cadena para el reloj que él ha vendido para obsequiarle un peine a ella. En Fargo, Peggy vende su coche para que Ed pueda invertir en la carnicería que él desea... solo para descubrir que este quiere huir de la ciudad -como ella quería- y lo más rápido posible: su vida corre peligro porque le persigue la familia criminal de los Gerhardt. Cada uno ha cedido a los deseos del otro sin saberlo, por lo que vuelven a estar en desacuerdo.