Salimos de Espinosa de Los Monteros rumbo a nuestro destino atravesando el Portillo de Lunada. Paramos a comer en Cabárceno y de paso echar un vistazo a la zona. A media tarde llegábamos a Santander.
Fuimos a una cafetería con wifi y mientras tomábamos un cafelito nos pusimos a buscar alojamiento. No teníamos ninguna reserva, pero creímos que no habría problema para encontrar donde dormir a buen precio. Peeeeeero no contamos con que estábamos en "La Semana Grande". Vamos, que no teníamos ni idea. Es lo que tiene el ir improvisando un viaje sobre la marcha. Santander estaba lleno de gente. Había actuaciones, espectáculos de toda clase y una gran feria.
Encontramos un bungalow libre en el camping Cabo Mayor. Un camping bastante justito para nuestro gusto, y más por el precio que costaba. Sobretodo eché de menos una zona infantil dentro del camping para que los peques pudieran jugar un ratito. El lado positivo es que está a escasos metros del Faro de Cabo Mayor y de una preciosa zona para pasear. Las vistas son espectaculares.
Después de descargar las cosas y tomar un tentempié nos acercamos andando a ver el faro.
"El Faro de Cabo Mayor preside la entrada a la Bahía de Santander. Privilegiado balcón al mar y a la Ciudad, es hoy una de las construcciones más emblemáticas y sugerentes para los ciudadanos y visitantes de Santander. (...)
(...) se encendió por primera vez la noche del 15 de agosto de 1839, elevándose en el lugar conocido como atalayón de Cabo Mayor donde, desde tiempos remotos, se hacían señales a los barcos, con banderas por el día y grandes fuegos por la noche.
(...) El Faro, que con el tiempo pasó a funcionar con electricidad, emite dos destellos de luz blanca cada 10 segundos, con un alcance de 21 millas. Su señal acústica de niebla o nautófono emite la letra ‘M’ en código Morse, con dos pitidos largos cada 40 segundos.
(Vía: www.puertosantander.es)"El edificio ha sido recuperado para poder compatibilizar su función con la de Centro de Arte. Así, en la planta superior se sitúa toda la maquinaria para el correcto funcionamiento y la planta baja se ha habilitado para realizar las exposiciones.
Hay una cruz con una efigie sobre el mirador del acantilado. Es un monumento del escultor José Villalobos que se alzó en memoria de las personas que perdieron la vida al ser lanzadas por el acantilado durante la Guerra Civil Española.
Las vistas desde el borde del mirador dan un poco de vértigo. Se puede ver toda la bahía con grandes barcos anclados en la zona. Hay un pequeño bosque junto a las instalaciones del faro donde vimos a un grupos de niños y mayores que sujetos por un arnés intentaban pasar de un árbol a otro con mayor o menor dificultad. Resultó que aquello era el Forestal Park Santander. Un parque de aventura que, según su web, tiene más de 80 juegos en altura y 12 tirolinas. Nosotros no entramos, pero la verdad es que parecía muy divertido.
Seguimos paseando por una acera que bordea la costa. Observamos algunas calas con la marca de la marea. Cómo en ese momento había bajamar un grupo de chicos jugaba un partido de fútbol playa en una de ellas.
Así, poco a poco volvimos al camping. Había que cenar y reponer fuerzas. Pero no podía acostarme sin antes hacer una breve escapadita con mi hijo Marco a ver el faro encendido. Tras ver ese enorme haz de luz iluminando el mar nos metimos en la cama. A la día siguiente nos esperaban nuevas aventuras.
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