National Geographic Society ha prestado un apoyo decidido a esta concepción de la arqueología, perfectamente compatible con el escalofrío de emoción que suscitan los grandes descubrimientos. Así, en 1998 ofreció las páginas del magazine a Kent R. Weeks, profesor de la Universidad Americana de El Cairo, para que relatara su apasionante experiencia con la tumba KV5, en el Valle de los Reyes. En 1825 ya había visitado la sepultura el viajero inglés James Burton, quien cavó un túnel hasta las tres primeras cámaras, y posteriormente la examinaron Carl Richard Lepsius y el propio Howard Carter en 1902, aunque este consideró que no contenía nada de importancia. Posteriormente su entrada desapareció bajo los escombros y el lodo, pero la tumba no cayó en el olvido. Weeks, que había promovido el proyecto de cartografiar el conjunto funerario del Valle de los Reyes y trazar las plantas de sus tumbas, se dispuso a localizarla y excavarla. En 1989 halló la entrada de la que es la mayor tumba jamás construida en la necrópolis tebana: el gigantesco mausoleo subterráneo destinado a acoger los restos de los hijos del faraón Ramsés II, donde ya se han despejado más de un centenar de cámaras y corredores de los más de 200 que podría llegar a tener. La informática, una herramienta que ha pasado a ser fundamental en la labor cartográfica de Weeks, permitió a Ray Winfield Smith acometer desde 1966 un proyecto pionero en su género, auspiciado por la Universidad de Pennsylvania e IBM: la reconstrucción virtual de los templos que el rey Ajnatón levantó en Karnak a su dios Atón. Los recintos habían sido desmantelados por los soberanos posteriores, que restauraron el culto tradicional de Amón, y sus bloques de piedra se utilizaron para otras construcciones. Pero nosotros podemos contemplar esos templos desaparecidos después de que un ordenador ensamblara las fotografías de unos 35.000 fragmentos de piedra en un rompecabezas colosal. Así lo explicaba el mismo R. W. Smith en la revista de noviembre de 1970: «Mediante las fotografías de los rostros esculpidos en estos bloques, y la ayuda de un ordenador, hemos hecho coincidir miles de piedras y hemos visto cómo soberbias obras de arte cobraban forma de nuevo después de miles de años desvanecidas».
Si la Sociedad contribuye a recuperar, estudiar y dar a conocer lo que desapareció, también ayuda a conservar lo que aún perdura. En 1966 y 1969, las fotografías de George Gerster publicadas en la revista dieron testimonio del más hercúleo esfuerzo nunca puesto en marcha para preservar el legado de la historia: el traslado de los dos templos que Ramsés II excavó en Abu Simbel, a fin de evitar que quedaran sumergidos por el lago que debía formar la nueva presa de Asuán. En la actualidad, la prioridad máxima es la conservación: en 1987 la Sociedad contribuyó a confirmar la existencia de una segunda barca solar enterrada junto a la pirámide del faraón Keops en Gizeh. Tras su localización, la cámara fue sellada y permaneció sepultada hasta 2012, cuando pudo empezar a excavarse con seguridad. Gracias a investigaciones como esta conocemos cada vez mejor el Egipto faraónico. Un conocimiento que National Geographic pone al alcance de todos los lectores con su nueva colección Historia, la más fascinante ventana que hoy se abre al pasado.
Fuente: nationalgeographic ZONA-CIENCIA