Fascinación por el abismo

Publicado el 22 mayo 2014 por Jdmora
Señores del Caos es un libro escrito a medias entre el periodista americano Michael Moynihan y su colega noruego Didrik Søderlind. Toda esta obra podría considerarse un enorme reportaje periodístico (tiene más de 450 páginas) sobre lo que supuso, sobre todo extramusicalmente, el surgimiento del black metal en Noruega a principios de los 90, aunque también se presta atención a hechos sucedidos en otros países.
Para los que no estén al tanto de las correrías del Inner Circle (círculo interior) noruego el black metal supuso una conmoción social en aquel país. A principios de los noventa un grupo de adolescentes se lanzó a una espiral destructiva cuyos actos más representativos fueron la quema de decenas de iglesias, algunas tesoros históricos nacionales, profanación de numerosas tumbas y otros actos violentos que incluyeron, al menos, dos asesinatos.
Este fenómeno que podría parecer chocante en cualquier lugar lo parece aún más en la idealizada Noruega. Este país es uno de los más desarrollados, posee el PIB per capita más alto del mundo (exceptuando algunos microestados) y además es una de las sociedades más igualitarias que existen. Por esto, cuando los hijos de la clase media, que en principio no podían alegar muchos motivos para quejarse, renunció a una vida acomodada por otra que en muchos casos les llevó a prisión, la sociedad noruega se preguntó cómo podía haber sucedido aquello.
Ésta es la cuestión que tratan de responder los autores del libro. Para ello comienzan remontándose a los orígenes de la actual música popular. En el terrreno musical sitúan las primeras referencias demoníacas en los discos de blues de los años 20 del músico suereño americano Robert Johnson. Y desde ahí elaboran una cadena de eslabones que, pasando por grupos como The Rolling Stones (sus satánicas majestades), llega a los británicos Venom. En esta banda las referencias satánicas ya pasaban a ser continuas en las letras de sus canciones y con el título de su segundo disco crearon una etiqueta que una década después sería recuperada al otro lado del Mar del Norte: black metal. Pero, a diferencia de sus discípulos, Venom eran conscientes de que toda su imagen era una fachada para vender más discos y de que ellos mismos no eran satánicos.
Para estudiar el terreno cultural los autores toman la teoría de uno de los pioneros del psicoanálisis, el suizo Carl Gustav Jung, de los arquetipos arcaicos. Según ésta en cada cultura hay un inconsciente colectivo que alberga unos arquetipos que son compartidos por todos sus miembros. De este modo se comparan muchos de los comportamientos, actos y estética de los seguidores del black metal con antiguos mitos germánicos heredados del Ásatru, la antigua y pagana religión odinista previa a la cristianización de Escandinavia. Religión hacia la que significativamente muchos de los blackmetaleros terminaron evolucionando tras los primeros años de satanismo.
Aparte de las corrientes generales del movimiento, Señores del Caos dedica varios capítulos a algunos de sus integrantes más importantes. El primeros de ellos es Dead, el cantante del grupo Mayhem que terminaría suicidándose cuando el movimiento aún no había estallado. El segundo Euronymous: guitarrista perteneciente también a Mayhem y primer líder del movimiento que terminaría siendo asesinado. Y Varg Vikernes, el personaje más conocido de ésta historia porque fue el asesino de Euronymous en la lucha por el control del Inner Circle y por la cobertura sensacionalista que de su caso dieron los medios noruegos que terminó por convertirlo en el enemigo público número uno del país.
Todo lo anterior es documentado por los dos autores con una abundantísima y adecuada documentación. Recurren abundanemente a artículos periodísticos de la época, otras obras dedicadas a la misma cuestión y a numerosas entrevistas, tanto con expertos en diferentes ámbitos como la sociología, como con algunos de los miembros más involucrados en la explosión del black metal. Gracias a esta documentación a lo largo del libro se pueden encontrar citas tan estúpidas como "nosotros no seguimos a Hitler. Él sólo odiaba a los judios, nosotros odiamos a todo el mundo". Y es que el black metal original no es no es un ejemplo de conductas a seguir pero las cosas extremas suelen fascinar precisamente, valga la redundancia, por su extremismo y alejamiento de los parámetros sociales mayoritarios. La misma seducción que provoca asomarse al borde de un abismo.