Fast Forward a enero, please...

Publicado el 23 diciembre 2010 por Ana Laura
A casi todo el mundo le gusta la Navidad, a menos que coincida con alguna experiencia negativa como ver a su madre besando a Santa o que su padre se atascara al bajar por la chimenea (agradezcan a los Gremlins por esa imagen). No me malinterpreten, a mí también me gusta –por suerte nunca me pasó ninguna de esas cosas, pero claro, ni mi madre es adultera (supongo), ni mi padre idiota (seguro)– pero hay algunas cosas de estas fiestas que no dejan de irritarme año tras año...

1- Las decoraciones navideñas (primera parte): el año pasado ya divagué bastante sobre el tema aquí, así que no lo voy a repetirme. Odio hacer el arbolito de navidad, colgar medias de la chimenea, armar el pesebre, poner moños por doquier, et cetera. (aunque admito haber decorado el blog, ¿quedó lindo, verdad?)
2- Las decoraciones navideñas (segunda parte): los vecinos a quienes sí les gustan las decoraciones navideñas, pero al extremo de rivalizar con el brillo de la luna llena, ¡o el sol! ¿Acaso no saben que las lamparitas ayudan al calentamiento global? Sin mencionar que me hacen sentir una hereje con mi mísera guirnalda de lucecitas LED.

3- Los especiales de Navidad en la tele: ¿cuántas versiones de ‘Un cuento de Navidad ‘ pueden existir? Aunque sea una pregunta retórica, la respuesta es: “demasiadas”.
4- Las Despedidas: alrededor de la segunda semana de diciembre, empiezan las despedidas a un promedio de una por semana, todas con comida, bebida, turrón y pan dulce incluidos. Otra vez, no me malentiendan, adoro comer cosas ricas, pero… ¡traten de contar calorías con la constante tentación del champán y los higos abrillantados!
5- Las tiendas: el súmmum del infierno navideño. Los empleados están desesperados por vender y la gente parece obsesiva con comprar; las colas son eternas, los precios están por las nubes, y no hay forma de escaparle a los villancicos. ¿Por qué todo el mundo deja las compras navideñas para el último momento? Yo tengo absolutamente todo comprado hace un mes. En serio.
6- El espíritu navideño: se supone que debemos ser buenos con todo el mundo, ayudar a los necesitados, colaborar con obras benéficas, saludar, ser felices... ¿Qué pasa los otros 364 días del año? ¿está bien ser Scrooge?

Honestamente, desearía poder poner el tiempo en fast forward hasta enero.
Si ustedes son en alguna medida parecidos a mí, probablemente tienen sus propias razones para querer que la Navidad se termine lo antes posible– me encantaría que me las contaran.
Si, al contrario, ustedes no se me parecen en nada, tendrán una lista de cosas que aman de la Navida (que también quisiera leer), y probablemente temerán que en las próximas horas se desate toda la furia de los fantasmas de las navidades pasadas, presentes y futuras sobre mi persona herética y majadera.


EriSada